Que te toque el gordo, y adelgace

Felis Navida

El Gordo se sorteó,
y no te premió.
No importa.

El Gordo ya te tocó.
Y se enamoró.
Y ahora está perdiendo peso.

Y el corazón
no te para de gritar.

Hoy
el día amaneció
con niebla muy densa.

Feliz solticio,
un minuto más de luz,
cada día.

Un minuto más de paladu,
cada día más cerca.

No más que quiero ser feliz.
Dame un besito, y que desaparezca.

Dame tu abrazo, dame tu amor.
Dame tu risa, que hoy es fiesta.

Date la vuelta, un paso atrás.
Vuelve conmigo. Baila con ella.
Felis Navida
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Trastornos de verano

Lo mejor del verano ha sido estar juntos.

Este año fue especial porque ademas vino Raquel. 
Como todos y cada uno, ella tiene sus costumbres y sus tics, que como todo el mundo sabe, son gestos repetitivos espontáneos involuntarios que hacemos sin darnos cuenta. Y ya está, no tiene importancia.
Pero cuando llegas de nuevas a una casa todo el mundo te observa con detalle, especialmente tus tics. 
Soy una persona hiperordenada. Me gusta tener MIS cosas según una situación prevista y que mantengo DESDE SIEMPRE. En fin, una “pedrada” en la cabeza como otra cualquiera.
Si fuera grave, podría ser TOC (trastorno obsesivo compulsivo). 

Lo que hoy quiero contar es que, cuando viene alguien a tu casa, sin querer, todo se desordena un poco. Con paciencia intento enseñar cómo debe estar todo colocado “en su sitio”. Pero inevitablemente el CAOS nos invade, al menos por un tiempo.

Por ejemplo, El Lavavajillas. Este aparato tiene unos cestillos, en la parte de abajo, para colocar los cubiertos. Es fácil, se embocan en el cestillo y punto. … PERO si colocas tenedores y cuchillos con las puntas hacia arriba pudiera ser que sin querer te pincharás la mano al recogerlos.
Intenté enseñar esto a mis hijos, y Raquel se esforzó mucho por complacerme. Cucharas y cucharillas hacia un lado, tenedores y cuchillos hacia el otro. 
Ahora coloca los tenedores y cuchillos hacia arriba y las cucharas hacia abajo.
¿Eso sería dislexia, como trastorno del aprendizaje? ¿Busco capítulos de Epi y Blas para reforzar conceptos contrapuestos como arriba y abajo? Porque debe ser contagioso, y con su personalidad arrolladora, ha convencido a los otros de que así se colocan los cubiertos.
Como el cuento de “cartucho y carchuto”.

Otra anécdota fue en el desayuno. Raquel gusta desayunar cacao disuelto en leche. Y cenar.
Así tenemos un alto consumo de polvo de cacao que, cuando te despistas, se agota y obliga a buscar de urgencias una alternativa.
Yo, decidido, tiré de “fondo de armario”. Y voilá, allí estaba el bote de cacao. Claro que, según rezaba la etiqueta, era “reserva de 2015”.
Casi con la canción 🎶 Yo soy aquel negrito..🎶
Tras un corto intercambio de opiniones sobre si se podía o no consumir, decidí llamar a mi madre, que es maestra (argumento siempre irrefutable) que me contestó que el aceite, el café y el cacao “no se pone malo”. Después de unas risas, Raquel decidió desayunar zumo. No entiendo porqué…

Ella con sus tics y yo con mis tocs. Con menos de esto montaron una Red Social. 

Lo mejor del verano ha sido estar juntos. …y las risas, que superan lo incurable. 

He aprendido mucho. Les quiero muchísimo . 

Al loro

En casa, en mitad de la calle, tenemos de ocupas a una familia de loros. Son tantos que ya ocupan todos los árboles y palmeras de esta calle, y quizás algunas más. 
El otro día se me encaró uno, más grande de lo normal, y no paró de gritar. Era como un loro de miura. ¡Que bravo!
Se llaman entre ellos a gritos desgarrados. Y se escuchan unos a otros.
Está claro que no son de aquí. Son cotorras argentinas. Les llaman especie invasora. Su plumaje es de color intenso y vistoso. Como los desechos que dejan en el piso y encima de los coches cada día. Viven intensamente. Y como viven cagan. Bonito pájaro comemierda (Perdón)
Son animales De Dios, y tendrán su “derecho” a vivir. Pero digo, pensando como los locos, que estos bichos serian más felices si lo devolviéramos a su hábitat natural, que no es esta calle, obviamente. Ni este continente, si me apuras, en plan….
Dicho sea todo con el debido respeto y en clave de humor.

Perdone que les escriba 

Loco mayor

Hay verdades tozudas que cuesta entender.

Llámame loco. Me estoy haciendo mayor. 

Al tiempo, jugando con los nietos descubrí que, quizás el mejor juguete de mis hijos era YO. 
Y me lo paso siempre tan bien.

Juega, juega con ellos. 


#abuelinoencamino

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Parejas de más

Mirando al horizonte más lejano, a la historia que recuerdo más antigua, siempre recurrente me alcanza la de las parejas de más.

Reconozco haber encontrado alguna vez a parejas de más, incluso parejas de más de dos.

Y más de una vez, parejas divididas de más de uno.

Nos puede más que la razón la costumbre maniática de clasificar y etiquetar todo.

Viva la diversidad, y la risa de más.


Misionero

Era temprano, primera hora de la mañana. Una señora pregunta curiosa al recepcionista por ese señor de blanca barba, siempre sentado en una esquina, sin hacer ruido.

  • Ese buen hombre tiene una historia. Es un misionero jesuita, que estuvo viviendo con los indios del Amazonas. –  

Le explica Diego, quedándose la mujer perpleja.

Poco a poco me van llegando las imágenes de los dos años perdido en lo más profundo de la selva, viviendo en un poblado indio que me acogió cuando, vagando por los senderos, me perdí.

El día que me rodearon, asustado pensé que me capturaban y suponía el último día de mi vida. Tal era mi nivel de angustia y desesperanza. En realidad me salvaron, y cuidaron de mi todo ese tiempo que estuve allí.

Con humildad y curiosidad aprendí cómo era su vida. Me sentía como un “mono blanco” en mitad de todos ellos. Al fin y al cabo, también era objeto de curiosidad y observación; y eran más de treinta pares de ojos mirando. ¡No tenía ojos para todos! Siempre sobrexpuesto, no encontré donde buscarme un sitio discreto, en segundo plano como a mi me gusta, para observar y aprender.

Luego de comprender cómo hacían las cosas, pasé con torpeza a intentar hacerlas con ellos. Una cura de humildad para mi, y de paciencia en su caso. Y siempre un montón de risas en medio. Este es un vehículo universal estupendo para repartir felicidad. Y esas personas eran felices allí. Felices con lo simple, con lo singular, cuidando con respeto y veneración de su casa y su gente.

Intente acompañarles a todo lo que emprendían, excepto a cazar. Era un desastre andando en la selva, haciendo ruido como un elefante en una cacharrería, frente a su andar silencioso. De ahí mi apodo nativo de gran tambor.

Alguna vez me atreví a ayudarles, poniendo mis conocimientos y habilidades, para facilitar o mejorar pequeñas tareas. Claro que no mostraron ningún interés, por ejemplo, en mi empeño de guardar agua en depósitos o cultivar tubérculos y verduras. Les pareció absurdo ese esfuerzo ante la abundancia y la generosidad de la tremenda selva, su casa. En cambio si atendieron a mis escasas facultades culinarias, que parecieron sorprendentes.

Les llamó mucho la atención los ratos de meditación y oración. Siempre fui un hombre profundo, callado y reflexivo, no especialmente religioso. Pero les aseguro que en mitad de la selva, la grandeza y la fuerza de la naturaleza me sobrecogía extremadamente, conduciendo a un estado de paz de camino a la fe. En eso siempre fui respetado.

Inevitablemente paso lo natural, y después de dos años, aquel paraje se convirtió en mi casa, y esa gente en mi familia.

Hasta que, un buen día, en mitad de un aguacero, un pequeño destacamento de la policía federal me rescató cuando buscaban a un misionero jesuita español también perdido. 

A pesar de mis quejas y explicaciones, no conseguí convencerles de que no era la persona que buscaban. Mi larga barba blanca, mi aspecto, mi origen español y mi carácter calmado coincidían con la descripción de sus órdenes escritas. Mi desconocimiento del portugués acelerado y el miedo a que se descontrolara la situación, pudiendo hacer daño a la tribu, dispuesta a defenderme, también ayudó a zanjar con brevedad cualquier discusión.

Así abruptamente, sin apenas despedida, terminó mi estancia en el Amazonas después de dos años, que para mi fueron un suspiro. Un suspiro feliz lleno de risas y de calor, el que me daba mi familia de la selva. Los añoro muchísimo.

Y de golpe, así convertido en el misionero jesuita de larga barba blanca perdido en la selva del Amazonas, sin serlo. 


P.D. Sorprendente los detalles de la historia, que si no la atropellas demasiado, convierte a los captores en cuidadores, y en raptores a los que rescataron.

Envidio muchísimo al misionero jesuita buscado, que con este rescate, acabo de liberar. Estará sin duda feliz en la selva.

(Basado en un relato improvisado de Diego, de Torremolinos, en plena pandemia.)

Hace días que no

Hace días que no.

Son rachas que vienen torcidas, que se van enredando en los dedos y acaban atándome de pies y cabeza. Que es una torpeza no saber como salir de este laberinto, tan distinto al que me había planeado, no hace mucho, para empezar la primavera. 

Y es que hace días que no duermo. Hay pensamientos y recuerdos circulares que me mantienen inquieto, despierto y dando vueltas como un novato en una rotonda transitada. ¿Sabes? … aquel que se metió de cabeza, con la decisión que le dijo su cuñao, y ahora no sabe salir.  Pues han tenido que parar todo el tráfico, hasta aéreo, para sacarlo, porque se empeñó en que no sabia salir. Y no salía.

El caso es que, además, todo me va saliendo mal. Hasta en la cocina, que puse a gratinar unas berenjenas rellenas, y cuando fuí a sacarlas estaban «tostadas oscuras». ¡Vaya, que se quemaron! Así, sin previo aviso, sin una alarma en el movil que me avisara, ni un ¡cuidaoo! dicho a tiempo, … que es que no tengo a nadie que me ayude, que estoy solo para todo… y el cuñao dando vueltas en la rotonda.

No es que tenga que ver con el apego, que seguramente no se lo tengo después de tantas vueltas, pero la desidia me pone de los nervios, el desinterés transitorio por las cosas más variadas es mas astenia primaveral, pero algunos lo vienen cultivando durante todo el año.

En fin… (que me perdonen mis cuñados, todos, que no iba por ninguno de ellos. Era en general, una referencia conceptual).

Durante las horas inmensas de insomnio se me ocurren, de pronto, los mas extraños acrónimos, que aparecen de la nada y quieren quedarse en mi cabeza, a pesar de que son francamente inútiles.

Me paso horas peleando con   QÑao   (hermano político)  BA ( Bebida Alcohólica en monodosis, que repetida da asco – BABA -)  LiO  (Límite Oculto, en plan … pasaste de la raya)    T-mente  (Totalmente, de forma absoluta)  C.M.Ta  (cuyo sentido negativo viene a ser no se involucre – no «c eme ta»)    Ta.M.   ( se lee «ta eme», imperativo de alcánzame algo de forma inmediata) 

Y así todo el rato. Comprenderás ahora porque se me caen de las manos las ideas y las cosas, que la otra tarde rompí dos bandejas de vidrio del horno, mientras hacia gestos de negación con la cabeza.

Hace días que no,  que NO.

1000 y O  (Acrónimo de » E_ mil_y_o»  Este cuñao no es mío, pero se me ha aparecido de pronto)

Perdonen que les escriba

Ingobernante

Provocación. No estoy pensando en nadie. Pero es difícil no comparar. Inventar una nueva palabra. Abstenerse los rígidos. La risa cura. El humor, bueno. Gracias. Lo de hoy: 

Ingobernante
Delante y detrás 
Harto de esperar 
Sin nada que hacer 
Nadie al timón
De mala casta 
perpetuarse 

…del Diccionario 
adjetivo1. Que no es apto para ser mostrado públicamente, generalmente por su mal aspecto o mala calidad.
Opuesta:    Gobernante.
Similar:    Impresentable, aparentoso 

  1. 2. COLOQUIAL[persona] Que carece de educación y no sabe comportarse en público.
    3. COLOQUIAL[persona] Que no cumple con su obligación o con lo que ha prometido.  
  2. 4. COLOQUIAL[persona] Que se considera ridículo o patético por la mala calidad de las cosas que hace.

gobernante
adjetivo

  1. 1. Que gobierna. Dirige y ejecuta. Docilidad al timón de una nave.
    «la clase gobernante»
  2. 2. nombre común.
    Persona que gobierna o forma parte del gobierno de un país. 

Aludidos

Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia


Alguna vez se nos ocurren cosas sobre personas conocidas o no, pero que nunca pasaron. Son historias que inventamos y que ponemos en “caras” que te sugieren haberlas vivido.
Siempre son PURA INVENCIÓN. 

Hace muchos muchos años, con unos amigos “jugábamos” a esto: inventar historias sobre personas desconocidas que nos íbamos encontrando, solo en función de sus caras, de su expresión, de sus gestos. 
Y alguna vez protestaron los “aludidos”. Porque al escuchar las historias se “vieron” dentro.

Nunca se nos ocurrió comprobar el acierto de estas elucubraciones, claro está. Se trataba de dramatizar una historieta, compitiendo en la trama más curiosa o sorprendente. 

Escribiendo, alguna vez también aparecen los aludidos. Siempre me disculpo. Y seguiré disculpándome si alguien se siente aludido. Si alguien se descubrió en lo escrito. 

Nadie hace siempre lo que le da la gana. Pero, quizás alguno se ha ganado la libertad, de vez en cuando, de escribir “su historia” según se le ocurrió. 
Cuando algo se escribe, el lector hace suya esa historia. Y esa “versión” o al menos una parte escapa de mi control. 

Seguiré escribiendo con cuidado. Sin ninguna mala intención. Pero no dejen de enviarme al buzón de aludidos su versión. 

Perdone que les escriba.