La fuerza del agua, desatada después de meses de sequía, arrastra montañas de barro rompiendo las pretenciosas barreras que les pusimos para domar su cauce, volviendo a conquistar en un instante el territorio que le ganamos con esfuerzo y tiempo.
Todo lo engulle con avidez supina bajo el torrente que baja con urgencia y una violencia imparable.
Sólo queda subir monte arriba, ponerse a salvo, y observar impasibles y con paciencia que su fuerza se calme. Que escampe y que se ordene el desorden que provocó, dejando un nuevo paisaje ahora desordenado, pero que descubrirás florecerecido en unos meses.
Lección de humildad y coraje que propone la madre tierra para enseñar equilibrio.
Categoría: al paso
Desorden o anomalía
He preparado con interés y esfuerzo una sorpresa para ti, quizás más deseada por mi.
Me llevó días decidirme, reunir todas las cosas, elegir el embalaje, encajarlo todo.
Me encanta hacerlo.
No me pude resistir a confirmar que lo recibirías correctamente, y en el último minuto cambiamos la dirección de destino y la agencia de transporte.
Tu curiosidad me disparaba preguntas que no podía responder, y elegí darte medias pistas, todas ciertas, sobre el contenido, sus usos, o sus descartes. Su tamaño y peso, y si podrías enseñarlo o no.
Demasiadas pistas.
Ahora, en la distancia, me arrepiento de haberlo enviado. Hubiera preferido ser yo mismo el mensajero portador y entregártelo en mano con un abrazo.
Observar como un niño ilusionado tus reacciones, tus emociones. Ya no podrá ser así.
No estoy tranquilo esta noche. Tengo el corazón en desorden.
O quizás es temor a tu rechazo. Una anomalía destructiva en este momento.
Después de tanto cariño y ternura, la distancia es un agujero inmenso.
Te estraño cada noche. Y te sueño, ilusión y deseo. Como un regalo que abrimos juntos curiosos y excitados, anhelo caminar a tu lado.
Porque caminar por el sendero más oscuro y frío, lloviendo en otoño no me da miedo, si estás tu conmigo.
Cuidate mucho, por mi, por ti. Por ti.
Seguro que te llega en la distancia mi beso y el más grande y tierno de los abrazos, MyQ.
Opinión.- Olor
Imagen euroefe
¿A que huele la guerra? le preguntaron a un famodo escritor, antes corresponsal de guerra.
- A plástico y carne quemada o podrida. Aún hoy con 70 años puedo identificar ese olor.
¿A que huele la paz y la vida?
Estamos tan acostumbrados a lo cotidiano, que no reconocemos los olores. Pero están ahí.
El olor del hogar, de las plantas y las flores, de la lluvia, del calor seco del verano, de los libros, el hospital, el trabajo, el gimnasio, el bar. El olor de los amigos, de los despachos. El olor del metro, de la ciudad. El olor de la música, del mar…
Los reconocemos a la primera, si cambiamos de ubicación, de ciudad o de circunstancias. También los recordamos cuando faltan, como el olor de la cocina de la abuela, el olor al desorden o el abandono, que huelen a polvo y ácaros.
La guerra destruye todo, y te marca con su olor peculiar para siempre, olor que rima con horror y dolor.
Nadie olvida una guerra. Ni siquiera cuando has conseguido con enorme esfuerzo un largo periodo en paz.
Esos 70 años que han convertido a un joven periodista, corresponsal de guerra en un escritor de novelas y en esforzado lector, no olvidan.
Su mirada y sus recuerdos intactos de instantes horribles de su juventud.
La humanidad no aprende, o lo hace con una lentitud pasmosa y exasperante, como si no fuera de vital importancia parar la guerra de inmediato, guardando las formas del juego político absurdo, eludiendo el imperativo imprescindible de evitarlas.
Que penosa enfermedad mental, intelectual y tan humana, caer en la tentación de imponer por la fuerza de la guerra manejando cálculos de muerte, dolor y miedo, como daños colaterales «necesarios», víctimas inocentes «inevitables» incluso bajas por fuego amigo, contando muertos anónimos, que no lo son, destruyendo y aplastando todo a su paso, atrapando en fuego cruzado a inocentes, empleando la fuerza descomunal y desproporcionada de una maquinaria de guerra, costosisima y absolutamente prescindible.
Deberíamos convenir y legislar la prohibición total de armas, con el argumento aplastante de que sólo sirven para arrasar y matar.
Si nadie las tiene, desaparece esa posibilidad. Y también de reconocer y aislar a quien la provoca, la auspicia o la alimenta.
Soñar con recursos que generan unión y progreso, como las escuelas y universidades, la formación, la difusión de la historia, la promoción de la cultura, de la música, literatura, teatro, la filosofía, el orgullo de pertenencia compatible con la curiosidad que te lleva a aprender de otros, el mestizaje. La investigación y el desarrollo en industrias que supongan mejora de la calidad de vida, progreso, salud. La atención y el cuidado de la infancia, la discapacidad, los mayores, mejorando sus derechos. Decidir políticas de integración trasversal, sin discriminación de edad, sexo, religión, etnia…
Nos sobran motivos y razones para emplear todas las capacidades y recursos en todas direcciones.
Menos LA GUERRA. Herencia sanguinaria, ancestral, inutil, destructiva y dolorosa que no hemos erradicado y que es fácil, y necesario objetivo de supervivencia.
Depende de nosotros desechar el olor a la guerra para siempre.
Y no lo hacemos. ¿Porque?
Perdonen que les escriba.
Amanece
El sol, perezoso y triste No quería levantarse. Y la luna le esperó para besarle. A la orilla de tu mar y mi jardín de olas, mi musa selenita radiante amanece ahora.

Astenia cósmica
Buscando la soledad Huyendo de todos Hiriéndome sin más Cansado sin hacer nada Respirando penas y silencios Agotado mi tiempo en pasado En trozos de papel en blanco Viajando sin moverme del sitio El dolor metido sin sentido Dentro de mi cabeza Volví a perder las gafas Resaca de mañana Y el viento estalla El sol salió impetuoso hoy no quiero ir a verlo Sin ti
Ahora vuelve a leer de abajo hacia arriba.

Opinión.- Poder sinvergüenza
Hoy, a las cinco de la mañana un joven peruano desde Ucrania anuncia el comienzo de la guerra.
El poder, la ambición, el ejercicio obsceno de la maquinaria apisonadora de derechos ajenos, la presión del caudillo hacia todos, proyectando el miedo.
Una vez más. Una más que se repite la estupidez humana, para la que no tenemos vacuna, y que, emboscada, se saltó todas las alertas hasta declarar la guerra.
Una guerra en la que veo el horror de jóvenes, casi adolescentes rusos, ucranianos y del resto del mundo, aplastados frustrando definitivamente sus vidas en una guerra que no es la suya, empujados por ancianos caudillos ensimismados, de venas hinchadas de prepotencia y autobombo, manejando un poder que no les pertenece, destruyendo lo que costó generaciones levantar, y sacrificando un futuro que no verán.
¿Porqué?
Inocente
Bendita inocencia que cada año, al final, me hace escribir mis deseos y emociones, y enviarlos a Oriente con la certeza de que se cumplirán.
Con el paso de los días, de los años, aumentaron los afectos, los cariños y el amor.
Porque el amor existe, y el amor eterno.
Queriendo estar en tantos sitios, angustiado descubrí que este es mi sitio, donde me debo quedar, con mis cinco amores eternos y sus consecuencias todas en mi corazón.
Y desde aquí, en mi ventana, desear con toda la fuerza de ese, mi cariño, que la salud os respete, y que seas muy FELIZ en el 2022.
Amor otoño adiós
Amor otoño adiós. Que quiero vivir despacio e intenso este amor. Andar las calles, pisar los charcos, mojar la cara con la lluvia de caño. Despacio e intenso el abrazo frente a la estufa, agarrando el tazón caliente con las manos. Y la cara ardiendo, tus pies fríos, acurrucados, suplicando esta locura, acelerado el corazón, como si fuera la última, sin urgencias, pausado el tiempo, respirando agitado, acariciando lento. Amor otoño adiós Que es mi último suspiro. Y no quiero dejar herido este viejo corazón dormido.
Quiero
Quiero compartir mi cielo El techo de mi casa donde me llueven las ideas de tu más allá Quiero decirte que nada queda de este sueño al oír la música que ya suena a silencio Y el piano mudo acompaña a la guitarra A la voz callada la canción olvidada Todo termino aquella tarde Nos miramos un instante y supimos que era así Me cuesta olvidarte A pesar de todo siento que encontrarte fue un milagro de amor Adiós
¡Que bueno!
Que bueno sentirse útil. Aunque sea en lo más simple, lo de menos es que se sepa.
Que bueno SER útil, y que a los demás les ayude en su día a ser más buenos, más grandes, mejores.
Mejores hijos, mejores padres, mejores hermanos, mejores amigos, mejores personas con los desconocidos.
¡Que bueno es empezar un día contento de lo que has dado, lo que regalaste y les sirvió, y no hizo, ademas, ninguna falta que te lo agradecieran!
Te diste la vuelta y desapareciste con una sonrisa de oreja a oreja. Eso puede que sea la esencia de ser FELIZ.
Lo fui.
