17 meses escribiendo 366 entradas en el blog y 10 opiniones, utilizando torpemente 41540 palabras, aproximadamente registrando 11350 visitas, 4482 visitantes, y más de 500 publicaciones en Facebook, tengo que agradecer a los 1664 seguidores y casi 400 amigos su atención y su paciencia. Seguiré intentando escribir en elmundoenlosojos.com y 21siglosofia mis realidades y fantasías. Si a alguien le apetece pasarse, por allí me encontraré. En cuanto a este sitio, hoy me despido. Me voy con la lluvia. Besos bajitos y abrazos enormes.
Perdonen que les escriba.
Categoría: al paso
Fin del sendero
Y el camino se pierde, donde dobla la esquina. Al llegar a este punto, perderemos la pista. Se abre el monte sin trazas. Se cierra el bosque entero. No hay senderos. No detengo la marcha. Abrir camino nuevo no me acobarda. Solo espero encontrarte posada en alguna rama. Sentada al borde del agua. En la puerta de embarque de la próxima escalada. Y quererte de esa forma descarada.
A tan solo …
A tan solo una primavera de ti. Una distancia suficiente para sufrir, para vivir. Si no llegó aún el invierno. Si nos esperas sin encender el fuego, el miedo. Todo tiene que pasar intenso. Y si lo pienso, estás en cada lugar, amor.
Des (todo) controlado
Once once, veinte veinte. Corre, corre, que se siente. Mira, mira, a la gente Cierra, cierra que caliente. Dame, dame de tu fuente. Vete, vete de mi mente. Huye, huye la serpiente. Abre la puerta que entre. Calor, sabor, confort ... error. Viene siempre por la calle y nunca le ve nadie. Es cazadora furtiva, del amor mi enemiga. Y no sale de mi cabeza. La miro con extrañeza. Castigo el del silencio durante todo el invierno, sueño, sueño, sueño. Y no debo. Y quiero. Y solo ruego un rato, barato. Un café y una sonrisa. Deja que vea tu camisa. Quitate el velo un instante que me muero por tu besos. Y siempre de eso se muere de amor. Infierno y cielo.
Inspirado en C.Tangana “Tu me dejaste de querer”
Escucha
Tú me dejaste de querer C.Tangana
Puerta de Tannhäuser
Cerca, muy cerca de la Puerta de Tannhäuser, que vi abierta, imaginé un rayo iluminando el cielo oscuro. Y era el brillo de tu sonrisa, poniendo luz al corazón cerrado desde que no estás conmigo. En este mundo helado, siempre encuentro en el camino un fuego encendido. Y como lágrimas en la lluvia, desaparecer olvidado, al ritmo sincopado del reloj que llega a su fin. Perdido.
El abrazo
Aveces sueño con certezas. Como esta: Mi padre puso en mi ADN un abrazo. Lo hizo, como supongo que también en él lo acuñaron. Porque nadie abraza como nosotros. Permítanme alardearlo. El nuestro es un abrazo grande, y largo. Y suave, y enredado. Casi siempre casto, aunque a veces se nos fue la mano. Es un abrazo de amigo es un abrazo sentido, de hermano. Ahora que no podemos darlos, aparece la importancia de este gesto para ambos. Tanto el que da, como el que recibe, se cuelgan encantados. Es una pérdida horrible, no podemos soportarlo. Mi padre y yo soñamos cada día con ese abrazo. Por favor. Déjame dártelo.
El día de la Rosa
Y llegó el día. Nunca pensé que lo haría. De pronto la vi, y pensé que era para mi. Y llegó el día que de esta soledad me regalé una rosa. Y nada más.

No volveré
Un paso, dos. Tres pasos, cuatro cinco pasos o mil, Seis son casi siete más de este no sé contar. ¿Y cuando volverás?... un día o jamas. ¿Y cuando volverás?... Cuantas veces decimos, y no volveré, ... y después. Las emociones, las flores, esa canción que te lleva de viaje al futuro, que ya pasó justo al lado de tu pié, otra vez. Bailemos alrededor de un sueño, tu mano en mi hombro, la mia en tu espalda. Dejemos que el tiempo detenga el dolor. Por un instante, cruzarme en tu mirada. Y soñar, dejándome llevar al son de tus requiebros. El corazón, alterado, quiere volar, perseguido por un beso.
Inspirado en “Mil pasos · Soha“ … y en la luna
Almohada
Pues, con todo este asunto del año 2020 rematado con la pandemia, y siguiendo nuestra costumbre ancestral bien arraigada, no puedo evitar el abrazo.
Aunque lo únicos abrazos que ahora doy son a mi almohada.
Su nombre proviene del árabe andalusí mujadda, añadiéndole el artículo al-,
al-mujadda, que tiene su origen del árabe mijadda: almohadón o cojín. La raíz de esta palabra es jadd que significa lado o mejilla. Así que describe el apoyar la mejilla o descansar de lado.
Yo simplemente la llamo almohada.
Y en ella apoyo a diario mi mejilla. Le tengo aprecio, por aquello del roce, que hace el cariño. Y la sé distinguir de cualquiera otra.
Pero ya le dije la otra noche, que lo mío es interés pasajero y temporal. Seguramente, cuando acabe la pandemia, si esto fuera posible, o antes quizás, la dejaré a un lado.
No es crueldad. Es que es muy simple la almohada esta.
Probablemente la eche de menos al principio, porque no puedo pasar sin abrazos. O quizás no la olvide nunca. Es lo normal.
Mis abrazos no son groseros. Ni forzados, ni intensos. Son suaves, relajados. Eso si, son duraderos.
Para mi son necesarios. Ese estrecho contacto transmite calor, fuerza, energía… es una forma de comunicarse. El mullido de mi almohada me transmite, pero poco. Ya lo dije, es muy simple.
Entonces, ando preocupado ¿Que será de los abrazos? ¿Se perderán para siempre?¿Volverán? Quizás cuando acabe la pandemia, si esto fuera posible.
O antes, tal vez.