Una de mis razones para acometer con violencia y atrevimiento, que en definitiva significa sufrimiento, este Paseo al fin es conseguir despegar el corazón de la madeja de telarañas que he ido tejiendo durante toda la vida, y que lo mantienen bien atado, en su sitio.
Pero no está feliz. Está atado.
Y mantenerlo despejado, latiendo a su bola, descontrolado o tranquilo, es lo que más deseo ahora que espero llegue pronto el final.
Aunque no hay prisas. Como a todos ese final llegará, y quiero disfrutar de cada instante a tope de pulsaciones, escuchando su latido intenso y sonoro, en mi pecho.
No quiero esperar con tristeza a que me toque.
Quiero encontrar ese lugar gastando vida.
Eso es para mí lo principal.
Despegar.

Abuelino en Camino
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