Querámonos. Para que no se nos caiga el puente romano. Ni se nos cierre la Puerta de Palma. Que no se nos acaben las ganas de darnos un abrazo eterno de hermanos.
Que el cielo inmenso se abra a la luna. Que el azul intenso se llene de nubes. Y el olor a primavera nos llegue verde y rojo. La esperanza nos colme de dulzura.
Que la mañana empiece con niebla espesa, Y a las 11, caliente, de abril, el sol. Se refleje a lo lejos el brillo en tus dientes.
Por el hueco de la escalera, anunciemos la llegada feliz, gritando hacia arriba ¡Abrid!
Sonrisa del alma en esta canción. Sonrisa del alma en este balcón.
Amores apasionados. Sentidos aprisionados. Vértigo de aventura a media altura. Calurosos estremecimientos. Sentimientos profundos. Miedo a perderse. Desorientado en mitad del trayecto. La vida marcada, construyendo sin proyecto. Puente armado con un sólo estribo ... sin final. Serpientes que abrazan constrictoras. Baile de cabeza triangular. Esperando a cobrar su presa. Veneno invisible, que paraliza. Y le llaman AMOR.
Ser feliz con nada Dueña de mi mirada, abrazo abrigo, sentido feliz. Tiempos regalados conquistados al vacío. Y siendo el principio del camino deseado, ser parte de todo, ahora que se desvanece el mundo conocido, los planes, el futuro sin fin.
Estoy agotado, y acabo de despertar del descanso. Las fuerzas me abandonaron ayer, y antes de ayer, atrás en el tiempo transcurrido. Y ahora no veo el sentido de empezar otro nuevo día vacío. Noto como el tiempo, ese infinito en otra edad más temprana, al llegar esta mañana, se agota. Transcurre denso y plomizo. Ya no hay mas objetivo que sobrevivir. Esperar a que llegue la hora del desayuno, que otros consiguen y preparan para mi. La paradoja es que el tiempo disponible es escaso, y transcurre despacio, despacio sin nada que hacer. Perdido. Y ese tiempo perdido que nos deja vencidos … ¿Para que? Solo me salva una sonrisa frente a mi cara, una visita inesperada, un relato lleno de recuerdos y de planes de futuro, que me sacan de este apuro, atado a mi poca fe, a mi desgana, a mi indolencia y a mi vida tediosa y lenta, sin energía. Que se agota, ya no a borbotones, sino gota a gota, hasta el final.
El aroma de garbanzos recién hechos, con notas de pimentón, chorizo, morcilla, jarrete y pollo, Patata nueva, pimiento y aceite oro.
Aroma de mi niñez, con pantalón corto. De correr por la calle, de sombra, de mocos. De amigos recién encontrados, en un septiembre de locos, en el patio del cole, de morder hinojos. De cielos grises queriendo llover a chorros. De calor asfixiante, deseando agua a cántaros, de ver atardeceres rojos. De higos, de pan blanco, de zanahorias, de agua del piporro. De mi infancia sublime, tesoro de pocos. Aire del oeste, veranillo del membrillo, corazón de otoño. Calle de las Mercedes, número 32, Guadajira, Badajoz. Mi isla del tesoro.
No hay nada fácil, Nunca. Sólo estar cerca y sentir el calor de tu piel suave, incluso a distancia.
Empezar a bailar sin perder el paso atrás, enlazadas las manos, la otra abrazada a tu cintura.
Y la sonrisa de felicidad instalada en mi cara y en la tuya. El roce de las mejillas, mientras suena nuestra canción preferida.
No había muchos sitios ni bares donde quedar, y se hacían fiestas con música en casa de … Javier, de Isabel, de … compartir discos y ganas. Fiestas de garaje, días de campo, en bici, con guitarras y motos. Días hippies de flores deshojadas, entre me quieres y no me quieres, De subirse a los árboles, o tumbarse en la hierba, … de encender el primer pitillo. De un beso en la cara. … Y de risas