Cuento Sultana de Istanbul
Al llegar en silencio a la muralla de palacio, sentí un escalofrío desconcertante.
¿Y si no consiguiera verla, si la impidieran al fin escaparse a mi encuentro?
La noche cerrada, sin luna, al pié del impresionante muro.
¿Estarán esperándome para detenerme antes de entrar en la ciudadela?
A pesar del sigilo y la cautela con la que acordamos el encuentro en la puerta secreta de la muralla, aprovechando la oscuridad de la noche y la soledad de esa entrada, nos vimos envueltos en una emboscada. Parecían asaltantes bandidos en busca de nuestra bolsa. Pero el orden de ataque y la violencia me resultaron muy familiares de la milicia.
Las espadas en alto, sin margen para rendirse. Afortunadamente decidí venir acompañado.
Un lance sin duda sangriento.
Me sorprendió verte llegar con tus acompañantes en nuestra ayuda, y acabamos por salir airoso de este ataque.
Nuevas heridas que sanar.
Decidimos partir en este intante. Tu custodio había preparado el embarque en una nave atracada en Puerto, y que nos esperaban para zarpar de inmediato en plena noche.
Alejándonos de la ciudad, con el mar sin olas, despacio abandonamos los recuerdos, los amigos, la infancia, los méritos.
Sólo me calma estrecharte entre mis brazos, mientras empezamos una nueva historia en Moldavia.