Cuento Sultana de Istanbul
Cuántas veces achacamos al destino la dirección de nuestro viaje, incluso el final.
Cada cual tiene su camino trazado, dicen.
Podemos desviarnos en un cruce, para retomarlo un poco más tarde.
Cada uno, en función de su bagaje, de su condición y de su linaje, va trazando su historia, que se cruza con otras en un tramo de su recorrido, como nos pasa ahora.
Pero puede que esto no dure. Que el tramo compartido parezca poco, y que mi destino me envíe al frente, lejos de ti.
La frontera está en llamas eternamente. Defender el territorio de quienes continuamente nos invaden, parece mi última misión.
La acepto con honor, aunque me separe irremediablemente de la corte.
Allí, a tu lado, viví sin duda los mejores tiempos, y en el corazón llevo tatuado tu insignia, que defenderé con mi vida.
Si el Señor de las almas quisiera, volveré cerca de ti, esperando que tú senda y la mía coincidan afortunadamente.
Pero temo que los riesgos de la empresa que acometo, y el desgaste de las fuerzas cada día, nos alejen sin remedio.
No estés triste nunca. Ten por seguro que juntos vivimos una historia de cuento, que será siempre eterna.
Hasta pronto, hasta siempre, hasta nunca. El Hacedor dispondrá.
Tuyo por siempre.
El Capitán de tu Guardia.
