Cuento Sultana de Istanbul
Hay días, cuando te alejas, que presiento alegre tu misión.
Ocupando en la tienda tu tiempo en las tareas más urgentes, ayudando a la gente en su conversación.
Aveces, imagino, te desplazas a caballo hasta el mismo lugar donde nos vimos. Y a pie recorres con paso decidido las calles, atendiendo los asuntos de tu agenda.
Alguna vez tengo envidia de tu criterio sin fisuras, y aprecio infinito la limpieza de tu mirada, tu dulzura.
Ser de luz, corazón sensible, poderoso compañero de armas, que juraste defenderme y auxiliarme, ven a mi, acércate que te extraño el abrazo.