Lo mejor de estar cerca, es la paz que me has dado.
Y lo peor, las despedidas.
La verdad es que, en mis planes de viaje, que nunca se cumplen, había reservado este día para estar junto a ti.
Ahora, en un cruce de carreteras, no se decidir. A la izquierda, hacia donde quisiera. A la derecha, de vuelta.
Y la mirada fija en la pantalla oscura del smartphone, esperando se encendiera con tu mensaje de tres letras: VEN.
Siempre es difícil. A veces imposible.
Nunca sacies del todo tu hambre, tus deseos, ni tus sueños, me dijeron de pequeño, y no entendí. Y aquí estoy infeliz, viviendo una vida a medias, deseando, soñando y a medio comer.
El tiempo, infinito siempre, menos para cada uno, se agota. Y no veo la hora, impaciente por volver. Será antes que el olvido, y muy tarde para el que espera.
Mientras crecerán las ganas, regadas con amor.
Preparada la montura. Ojalá el tiempo acompañe, y los días que restan hasta entonces pasen volando, como nubes en el cielo de una tarde gris de otoño.
Hasta entonces, escribir.