Hoy comienzo a preparar el invernadero.
Con los primeros vientos y sus rachas frías que anuncian que en breve el verano se acabó.
Si quiero preservar mis más lindos tesoros, he de arrastrarlos adentro de la cristalera, y rogar que se adapten al encierro, con toda la luz de fuera y el calor de dentro.
¿Y el amor? Para mi no hay amor de invernadero. Prefiero el aire frío en la cara, mojarme corriendo por la acera, sentarme en el remanso de una escalera, ir al cine el día más emboscado, y volver a casa con los zapatos mojados y el corazón henchido.
——- (de mi pequeño universo en Badajoz – Extremadura)

