Me escondo de las sombras
y del brillo de la gente.
Me escondo de la historia,
y la mía fue decente.
Me escondo de la palabra,
la conversación insistente.
Me escondo del fracaso
donde llevo a mi mente.
Me escondo por vergüenza.
Me escondo de mi.
Acostumbro a no ver
a nadie al salir.
Y así, sólo,
soy sencillamente infeliz.
P.D.
Me escondo,
que rima con hondo.
Me gustaría "escuende",
que rimaría con duende.
Pero estaría mal dicho,
y el duende se convertiría
en bicho.
Etiqueta: Conversaciones contigo
Del invernadero
——- (de mi pequeño universo en Badajoz – Extremadura)
Y de todo esto tengo memoria. Y testigos.
Otoños lluviosos benditos, corriendo para llegar a la sesión del Conquistadores y también en el Menacho, para salir con tiempo de regresar a casa sin regaños.
A veces refugiados en la cocina del bar Nuevo, o en los vermuts de los Canecos, desayunos en la Guardia Civil y después, a la tarde, a la Casa del Pueblo del PC ¿clandestino?.
También en los ensayos, en casa de Arni, o de Mundi, grabando una casette con Quique.
En los primeros ensayos en los bajos de Salesianos y luego en el local del Casino con los Tramp, y su primer concierto en aquel Come Together de José Luis, que no olvidaré.
Alucinando con los arpegios y punteos de Rafa, los discos que conseguía Nacho, siempre jugando, siempre creciendo.
En la improvisada disco del último piso, con DJ Chiqui, llevando entre todos los discos y echar una tarde entera.
Pasando el “scaner” de la mirada complaciente de Carmelo, de uniforme a la puerta en la calle del Obispo…
Y los guateques en el sótano de Javier Antonio. Su guitarra acústica era la mejor. Y su pequeña Puch súper transformada, y que luego vendió a Calata…
Y llover y llover, y correr hasta el conservatorio a esperar sentados en la escalera.
Que llueva, que llueva, y nos moje hasta las muelas, encerrados en el cuarto más pequeño, que era el de Claudio, aprovechando que estaba fuera estudiando derecho. Y allí amontonados en el rincón del tocadiscos, tan contentos.
Después vinieron otros otoños que también los tengo frescos. Pero sería largo de contar.

Invernadero
Hoy comienzo a preparar el invernadero.
Con los primeros vientos y sus rachas frías que anuncian que en breve el verano se acabó.
Si quiero preservar mis más lindos tesoros, he de arrastrarlos adentro de la cristalera, y rogar que se adapten al encierro, con toda la luz de fuera y el calor de dentro.
¿Y el amor? Para mi no hay amor de invernadero. Prefiero el aire frío en la cara, mojarme corriendo por la acera, sentarme en el remanso de una escalera, ir al cine el día más emboscado, y volver a casa con los zapatos mojados y el corazón henchido.
——- (de mi pequeño universo en Badajoz – Extremadura)


Violento, vivo lento, vio adentro
Me levanto y pienso que el día, violento, se ha vuelto contra mi.
Pero aún es de noche.
El tiempo pasa lento, poca vida ahí fuera,
Nos vamos a la espera de ver el primer rayo de luz salir.
El viento suave y frío, templa mis ansias de respirar, ahora más sosegado.
En la cama desperté angustiado, sin aire en los pulmones, y corrí a la calle a ver salir el sol.
Días de despedidas, de tristes augurios, de esperanzas sutiles que después no conducen a nada.
Que dulce tristeza tan rara, que despide el verano deseando que llueva, que encienda el calor de la casa, que la soledad invada la espera.
A veces el agua da vida a quien no la necesita.
A mi me la quito, ahogado.
El peso tira hacia abajo, haciendo imposible seguir en pie.
Al filo de caer al suelo de bruces.
O de recuperar un cielo lleno de luces.
Confundido con el pasado de estrenos,
ahora me lleno de arena el pantalón.
La familia corre a recuperar su posición en la playa, aprovechando los últimos días de sol. Y yo deseando se nos caiga el cielo encima.
Y que te moje el agua abrazada a mi, por favor.

Aventurina
Corazones en búsqueda, lanzados a la aventura. Cuerpos desengañados abiertos por las arrugas del alma. Vientos en calma que no empujan la nave. Todos varados en la mitad de la vida. ¡Que será de nosotros! Sin esa mano amiga, el abrazo sin precio tesoro de un necio que no conoce su valor. Ojalá el amor nos consuma del todo la razón. Y perdidos en esta locura nos encontremos de frente tú y yo

En agosto, luna
El calor oscuro, intenso, espeso, caliente de la luna, menguante, me deja exhausto de asuntos pendientes, el día más largo. Me deja en blanco frente a una puerta, de cara al viento, brisa fría y salada, del amanecer azul. El sol nuevo de este día acude puntual, encendido, venciendo la noche, donde te dejo desnuda mi alma, sin reproches. Otro, que suena de nuevo, a despedida. Luego, que venga con suerte, confundida la luna brillante de un agosto. Adiós.
Versos sueltos, vida entera. La despedida perfecta.
Escribo sin parar versos sueltos, para respirar cada día de una vida entera, contando historias, versiones todas de la que llevo dentro de mi.
A pesar de que cada día tenga un color diferente.
A pesar de que cada día tiene una música distinta que mece y mece, como el mar al barco sin gobierno.
El aire trae tu olor, imagino con los ojos cerrados, tumbado entre abrazos perdidos del salón al jardín.
No sé hasta cuando seré capaz de respirar en paz.
Elegir cuando quieres dejar de estar, y hasta aquí llegará el recuerdo. Tu elección más valiente.
Sin reproches, sin exigir más, como has decidido. Estuve allí.
Solo acompañando, a la distancia de una mano tendida, aguantando lágrimas, a veces no, deseando lo que tú quieres, sonriendo, serena, bella, perfecta despedida.
Yo solo estuve allí siempre a tu lado, en silencio.
Ahora me parece todo tan lejos y tan cercano, mientras esperaba en el pasillo que desahogaras tu corazón y pidieras ayuda a quien también nos acompañó.
Otro seis de julio deseando que vengas a llorar conmigo las lágrimas que entonces escondí, y que aquí dentro me inundan hasta ahogarme, amor.
Esperando llorar sin parar hasta secar esta angustia, porque no he aprendido desde entonces a vivir.
¿Como hacer? ¿Como hacer? Si te prometí ser feliz
… y fallé.
Pero lo haré.
Feliz.
Mil Besos, amor.
Efecto lluvia
Qué raro pensar la lluvia en verano. Sentir el deseo de mojarte a cielo abierto. De lavar el alma sutilmente, mirando arriba mientras caen gotas de agua en tu cara, en tu pelo, sintiendo que te empapa. … al andar Y andar el camino buscando charcos de agua para pisarla, pisarla fuerte y que salpique. Y cada pierna fría mojada, sin preocuparte, sin prisas por volver a ponerte a salvo. A salvo de la reprimenda del sensato. … soñar Soñar con tus manos en mi espalda, salvando tu espacio, sin invadir la frontera, oler y oír tus besos, en el aire húmedo a cada lado del camino, en la misma dirección a ningún sitio, esperando ver caer el sol. … despacio Y despacio ver pasar el día, a toda velocidad, atravesar el universo pequeño de un espacio enorme, sin límite, todo imaginado en verde y azul, columpiado en la calma del viento, que empuja y para, confundiendo lágrimas … y lluvia. Y lluvia.

A tierra
Navego sin gobierno junto al mar. Quisiera morir aguas a dentro. Solo una franja estrecha de arena, y un ancla pesada que me libera, mantiene mi vida atada aún a tierra. Y mientras, mi perrita, corretea en el llano detrás de una piedra que vuela, ajena a mi tristeza. Aunque a veces regresa y posa su cabecita en mi pierna. Un día gris de primavera.
Afortunado
Donde estás felicidad donde la tranquilidad Busco y necesito tu compañía pero, mi vida, estoy perdido. Donde está la recompensa, el dinero ata y mata, siempre corriendo tras su huella maldita. Y sonó un disparo en mi cabeza. Un estallido de gritos y lamentos, todo se vino a blanco. Menos tus manos y mis besos. En el camino de búsqueda aveces te pierdes sin remedio, temes no poder encontrar el de vuelta a casa. Y mientras la lluvia empapa mis zapatos. Voy saltando pisando charcos, corriendo al encuentro, en el número 32. Todo resumido en una mirada, el gesto tierno de mi niño cogiéndome la mano decidido. Allí está mi hogar afortunado.
