Qué raro pensar la lluvia en verano.
Sentir el deseo de mojarte a cielo abierto.
De lavar el alma sutilmente,
mirando arriba mientras caen gotas de agua
en tu cara, en tu pelo, sintiendo que te empapa.
… al andar
Y andar el camino buscando charcos de agua
para pisarla, pisarla fuerte y que salpique.
Y cada pierna fría mojada, sin preocuparte,
sin prisas por volver a ponerte a salvo.
A salvo de la reprimenda del sensato.
… soñar
Soñar con tus manos en mi espalda,
salvando tu espacio, sin invadir la frontera,
oler y oír tus besos, en el aire húmedo
a cada lado del camino, en la misma dirección
a ningún sitio, esperando ver caer el sol.
… despacio
Y despacio ver pasar el día, a toda velocidad,
atravesar el universo pequeño de un espacio
enorme, sin límite, todo imaginado en verde
y azul, columpiado en la calma del viento,
que empuja y para, confundiendo lágrimas
… y lluvia.
Y lluvia.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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