La primavera escasa de este año no ha dado tiempo a despedir el invierno como se merece, y a iniciar los planes que por delante nos abre el año.
Planes de viajar, como antes. Y de conocer a gente nueva o reencontrarse con viejas amistades, como antes. Ahora sin restricciones ni confinamientos, todo invita a hacerlo intenso, casi sin recato, con los deseos enervados, como si fuera la última vez.
Contagiados de alegría contagiosa, con deseos de risas y desenfado, de conversación larga y animosa, en unas vacaciones merecidas después de dos o casi tres años contenidos, o directamente sin ellas.
Sean felices. Pierdan momentáneamente la cabeza, relájense y disfruten. Lo necesitamos.
Abrámos un nuevo tiempo, creativo, solidario, crítico e inconformista. Agarrados a nuestros valores, dudemos de todo. Y construyamos entre todos un nuevo e inédito futuro que está en nuestra mano y es posible.
Y es que está muy cerca ya el verano.
Perdone que les escriba.