Me tiembla el pulso, nervioso ante el pasado que no volverá, ante el futuro incierto y ante el presente desierto.
Entregué mi alma a la ciencia, y ha dispuesto la bioquímica cuando duermo, sin sueño, y cuando despierto, por fin.
Regulada la tensión que experimento, insensible casi al dolor invalidante, que aveces me recuerda a punzadas que esta ahí presente.
Me tiembla la mano y a pesar de todo escribo lo que me viene de dentro, mezcla de pasión y desencanto, inspiración y olvido inmediato. ese impulso ya no lo controlo.
Ya no me tiembla la voz, olvidé hablar de tanto estar en silencio.
Y uso como escudo la sonrisa, a salvo de ser preguntado.
Hundido sin dudarlo en mi mundo interior, inventado a la medida de mis sueños de dolor y risas, que me tienen encantado.
La vida está para vivirla, no para esperar a que se acabe. Y yo, si puedo, así lo haré. Sin despedirme me marcharé cuando no pueda vivir lo que sueño.
