Ábreme

No me abriste tu puerta, 
ni me abriste tu alma, princesa.
Y ahora que viene todo despacio
tan solo quiero vivir en ella.

La risa sanadora
invade mi cabeza,
¿donde estás vida mía?
no sé ocultar la tristeza.

Apenas un respiro de cristal
a tragos pequeños y seguidos,
transparentes como agua
de fuego, trayendo recuerdos
de La Habana amanecida,
perdida tras una cortina de lluvia
y miedos, sentidos al alba.
Apenas un cruce de palabras,
una mirada, un hasta siempre,
más nada.

Ábreme la puerta,
mi niña,
Abreme tú corazón,
de agua tu mirada.

Ábreme este pecho
llorando
Abreme la razón
perdida en La Habana.
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