Latir

Es maravillosa la cadencia, la constancia y la persistencia de esos golpes secos que se producen en el pecho al latir un corazón.

Cuando esperas a tu bebé, y en la consulta te hacen escuchar ese golpeteo tan seguido del pequeño corazón queriendo salir, estremece.

Cuando siento el tambor del tuyo a compás, es el signo de la vida. Acelerado si te veo pasar. Calmado en la noche cuando voy a descansar, y con los ojos a punto de cerrarse, escucho atento su acompasado latir.

Música de vida. Latir ahí, junto a ti.

Anuncio publicitario

Frotar la lámpara

No creo en la suerte. Nunca la espero.
Esa, la suerte, es una explicación fácil y definitiva para cuando no sabemos las razones por las que nos pasan las cosas.
Pero pasan porque algo hacemos que provoca ese desenlace.


«La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad.» – Séneca

Y existe la tendencia de confundir suerte con azar.
Cuando ocurren cosas en las que no intervienes de ninguna manera, pero hay una probabilidad mínima de qué ocurran, estamos en el territorio del azar.

Con imaginación podemos llegar a la creencia de cuento, de que frotando la lampara maravillosa, aparecerá un genio dormido, bien humorado, que agradecido por el favor de despertarlo, nos concederá al menos tres deseos. Pero piensatelos bien, porque es un genio en darle la vuelta a tus deseos, y lo que querías que fuera una ventaja, lo transforma el malintencionado, mágicamente, en una condena.
La forma más segura y cierta de conseguir lo que quieres es luchar por ello, sin desanimarte.

La forma más cierta de ser feliz es mirarte a los ojos y verte sonreír.
… Así, sin lámpara.

La duda

Se que eres persona muy segura e independiente.
Tan independiente que parece que no necesitaras a nadie. Eso me gusta.
A veces dudo si necesitas que vaya a ti. Si realmente deseas compañía, o estás tan acostumbrada a hacer por ti sola, que invado tu espacio y te incomoda.

No sé si esto es un comienzo o una huida.

No debería, pero soy un mar de dudas.

Refugio

Refugiarme en mi alma, 
cabeza abajo, mirar.
Descubrir la otra mitad
oculta bajo la primera vista.

Llegar hasta territorios
pisados hace mil momentos pasados.
Encender un hogar,
hace siglos apagado.

Escuchar los sentidos,
ocultos bajo el ruido.
Parar el frenesí,
encontrar, respirando, la calma.

La esencia desnuda,
saborear, sin pudor
ni vergüenza, la piel
de tus pensamientos.

Y más allá, adentro,
la tierra que alimenta
mis pensamientos,
mi ilusión, mi verdad.

Porque hay verdad
en lo que siento.
Ninguna duda,
sólo siento AMOR.