
La depresión me anula.
Pone a cero el contador, paraliza la vida.
No es solo un stop. Es que además borra de la memoria todo, desordena los pensamientos y recuerdos, que se agolpan así, desordenados, todos a la vez en un instante.
Me hace sentir un paria, solitario e inseguro. Una mala compañía para nadie, angustiado, empujado hacia el abismo al borde del precipicio.
Una plancha aplastando el pecho, que me impide respirar, ahogándome.
Es esa angustia invalidante.
Solo un deseo claro se habré paso por encima del desorden: acabar con esto, estar tranquilo, conseguir estar en paz.
Sin conciencia del tiempo que pasa.
Sin margen para la duda.
Anulado.