Sentado en el umbral de mi casa.
Ya me bañé y me perfumé.
Me vestí de limpio y negro, sin querer,
impaciente, esperando tu llamada.
Se que me dijiste que a las 10,
y me levanté de madrugada.
No podía esperar a que pasará
todo lo que siempre imaginé.
Redúceme a ser.
Desmóntame la defensa.
Arráncame la tristeza.
Empújame a querer.
Y es que te llamé para un abrazo
que de repente eche de menos.
Acudiste volando a mis sueños.
Siento que me voy embelesando.
De los sentimientos no soy dueño,
pasado este momento de locura,
vuelvo sin querer a la cordura.
Este imposible amor fue solo un cuento.
Redúceme a ser.
Desmóntame la defensa.
Arráncame la tristeza.
Empújame a querer.
Fue muy deprisa, sin aliento.
Todo pasó en nada, y nada pasó.
Dejamos abierto el cariño para siempre.
Envidia siento de dos jazmines en flor.
Redúceme a ser.
Desmóntame la defensa.
Arráncame la tristeza.
Empújame a querer.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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