Cómo pollo sin cabeza, dando pasos sin sentido. Y en la mitad del camino, como siempre cabeza abajo, en el suelo, abandonado te encontré, querido zapato. Ningún príncipe ni rey atribulado vendrá a buscarte, para así darte un destino fantástico. Yo te recogí al paso, y te guarde en mi bolsillo, minúsculo zapato. Sólo para inventar un pequeño cuento, una historia sin pasado. Se que te perderé en mitad de mi universo atestado. Pero te recordaré en este pequeño post, que dejaré para siempre aquí colgado.
P.D. Dedicado a esa inmensidad de insignificancias a las que no damos valor
Hoy necesite ayuda. No podía dormir. Ya de madrugada voy mirando a la ventana, por si veo amanecer. Pero desde aquí no se ve. He roto el enlace que me unía a un sueño. Era débil y fácil de romper. Pero me hacía tanta ilusión que en la sobrexcitacion lo rompí, como un niño alterado con un juguete delicado.
Es normal. Era demasiada intensidad. Tanta que daba miedo. Y ha sido eso lo que ha dejado el enlace roto.
Voy a salir. Aún es de noche, pero quiero buscar tu primer haz de luz del día, el viento en las mejillas secará lágrimas y respirar el mar calmara con sal el dolor de las heridas.
Es jueves esperanza, y el cielo gris amenaza lluvia. Ojalá me moje de camino a casa. Ojalá enfríe está hoguera encendida alta. Ojala recupere lo perdido, y me devuelva el viento ese lazo de seda.
Ayer soñé que se paró el corazón. El mío. Sentí el temido pinchazo en el lado izquierdo, y la mano dormida. Dejó de latir de repente, como una noticia de alcance que te sueltan a quemarropa, de pié en la cocina un día cualquiera. Y reventó de ojos adentro. Durante el día pensé que lo podía superar, pero escuchaba su latido sino como un eco lastimero que se alejaba. A la noche sentí frío. Y me quedé dormido sin aliento. Estaba inquieto. No paraba de atender señales de alarma que me enviaba el cuerpo. Y no hice caso, claro.
Pasado unos minutos entraba empujado en una camilla por el pasillo vacío de un hospital. Empezaron a apretarme el pecho, con abrazos enfadados. Sentí el desagradable correr del tubo de respiracion entrando en la garganta, el pinchazo en el brazo, el gotero colgando, la actividad frenética alrededor.
Y yo calmado. Echado en la camilla como si fuera a contarlo. Cada vez más frío.
Recorrer un pasillo largo que daba al quirófano, inundado de luz. Más gente aún.
Era el centro de esta reunión ¿y nadie me preguntó nada?
Me volvieron de espaldas. Ya no me dolía nada, pero sentí la cuchilla abriendo y la mano enguantada buscando. El corazón no latía. Todo deprisa, sucedía en un instante. Yo calmado, no me movía. Pero sentía la cuchilla, las manos dentro del pecho empujando, el mantra repetido «reacciona, reacciona» . Y dolía. Dolía mucho todo esto. ¡Vayan con cuidado! Pensaba gritando para mis adentros …
De pronto volvió el corazón adentro. Con tímidos espasmos y un dolor intenso. Pero volvió.
Luego dirán que estaba sedado, que no sentí nada. Que todo fue un sueño. … Y mientras, me despedía diciendo que todo fue un sueño.
Amanece
Solo son las 6:45
No iré
Hoy no veré salir el sol
Ni esconderse temerosa la luna
Refugiado en mi casa
detrás de las sábanas
Más de una hora llevo despierto
Pero este día
No saldré al encuentro
del horizonte del mar
Refugiado en mi casa
Atrapado dentro de mi cabeza
Imposible librar esta batalla
Escondido dentro de mi
Todo lo pasado perdido
Perdido entre miedos
Refugiado
Alrededor de las cinco y media, con un café y, como no, conversación animada, esperabas tu turno acurrucada con los pies arriba del sofá y una manta. En un momento los ojos brillan cuando hablas con pasión de los recuerdos de él.
En ese instante del alma en el que la emoción se asoma, en tus ojos aparecen lágrimas de amor. Sin pena añoras, esperas, alegras, y a mi me llega tu verdad, serenidad.