Se acaban los días, el año avanza sin sentido.
La noche abre el tiempo a la niebla.
Ya no distingo las caras, difuminadas en el amasijo de mis recuerdos.
No ofrezco una buena alternativa a quien me pregunta. Y así, cada vez desaparecen en el aire, dejándome solo.
Estoy viviendo el futuro que vino después de acabar con todo. Y no queda nada. Nada que hacer. Nada que compartir, ni con quien.
Se de veras que el sueño se disipó, como la niebla a las diez, cada mañana, cuando el sol aún aprieta.
Y no dejo de echarte de menos.
De ti no me pude olvidar.
No pude.
Todo lo demás lo olvido, mientras me llena el vacío.