Aveces nos depreciamos. No aprovechamos las circunstancias para mostrar nuestro valor, y solo se ven las carencias.
Es una cuestión de valor, definitivamente. Pero este fluctúa su nivel en función de la demanda.
Quiero decir, que vales tanto como los demás esperan o necesitan de ti. Si fueras imprescindible, tu valor sería incalculable. Y lo contrario sería ninguno.
Pero este idioma nuestro atribuye significados diferentes a una misma palabra.
Y en el caso de valor, también entiende de arrojo y atrevimiento. Hay que tener valor para aventurarse con pocos medios, sin margen de seguridad.
O también iniciar una empresa, un reto, en un clima inseguro, por un camino incierto, aún sabiendo cuál es tu objetivo. Hay que tener valor.
El valor de lo incómodo, del esfuerzo, del riesgo.
No acepté la rendición, siempre vendí cara mi derrota.
Lo que para mí nunca tuvo valor fue el precio.
Perdone que le escriba.