Me voy de tu lado y el único que se ha enterado es él.
Es una viaje sin vuelta. Un salto sin cuerda de seguridad.
En el primer intento fallido, la Salud se resintió.
Pero la cogimos a tiempo. Fue el resultado de un abuso considerable, que me trajo de vuelta a casa.
Ahora ya no tiene vuelta atrás. He ajustado el equipaje, el alcance de cada paso; me he empeñado en aprender las rutinas necesarias, los deberes de cada día, que me alejarán de casa.
Me voy a tu encuentro. Y siento un estruendo dentro de mi corazón, como si estuviera saliendo de la atmósfera cercana en dirección al infinito.
He repasado los mapas y los tracks. Cada vez los veo más difusos e imprecisos. El único que necesito es pisar el terreno y aventurar la dirección. No voy a mirar más el recorrido, interminable e inalcanzable.
No hace falta razón, sino empeño, y lanzarse de una vez a hacerlo.
Es cruel abandonar todo detrás de ti, con lo mucho que costo levantarlo. Pero siento que ya no me pertenece ese tiempo. Es mejor liberar el espacio que ocupo y darle tiempo al tiempo.
Les hecho de menos y aún estoy aquí. No puedo nombrarlos en silencio, en mi cabeza, sin lágrimas y anhelos. Los quiero hasta doler.
Este es su momento.
Adiós, suave y despacio, sin hacer ruido, sin lamentos.
Desprenderse está siendo lo más duro. Ya no hay tiempo, ni dudas. Es el momento.
Besos.