Creo que cada uno nacemos con un «estilo» de hacer y de pensar. Es como la tendencia. Una gama de colores, un tipo de música, sombrero o gorra, callado o hablador…
Cuando vamos creciendo puede que te ayuden a aprender como te vas a desarrollar, a cultivar tus virtudes. Pero en ti ya venía gravado tu paciencia, calma, curiosidad, lentitud, determinación, tozudez, sensibilidad, afinación, mal humor, fuerza o locura. Así como en otros viene la impaciencia, la velocidad, el instinto o la inteligencia; contralto, bajo o tenor; aun siendo muy cercanos, incluso hermanos, todos distintos.
A mí me gustó cada vez tener todo ordenado, planeado y previsto. Mi tío Antonio me tenía bien calao. Un día en su casa, mientras le explicaba que íbamos a hacer un viaje improvisado, me contestó entre risas: …como lo tengas previsto.
Todo previsto siempre, los tiempos de viaje, las paradas, los sufrimientos y las alegrías, la compañía y las ausencias. Y por si todo fallara, al menos otro plan alternativo.
Pero esa locura ya se me pasó. Ahora estoy desaprendiendo, intentado acostumbrarme a lo contrario. A vivir un viaje imprevisible, una aventura al descubierto.
Una cura de humildad.
A poner en mi vida un poquito de desorden, por favor.

#abuelinoencamino
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