sinsanvalentin

Bueno, solo son las 7 y media de la tarde del sábado 13 de febrero. Apenas hay luz en el jardín. Apenas hay luz en mi casa. 
Y la merienda de bocadillo de aceite, la he engullido con mucha intención.  
Después de la sobremesa me quedé solo. Y se me ocurrió ver algo en la tv. ¡Planazo!  
Así que, como alternativa pensé en reabrir la botella de whisky de la estantería con llave. Tú sabes, para evitar las tentaciones fáciles. Y la abrí. Solo dos o tres chupitos, mientras empezaba la trama de la pelí que servían a esta hora.  
Pero en mitad de todo, sentí mucha sed, y abrí también una cerveza bien fría. Y me la tomé. La cuestión ahora es decidir si terminar la peli, bajar la basura y dar una vuelta, o lo que tengo planeado hace tiempo. 
Vamos. Descarte el último recurso, y me decanto por vestirme para sacar la basura y dar un paseito al fresco. Ya sé que no me voy a perder, porque el paseo es de dos direcciones: ida y vuelta. 
Dejo de escribir; una pausa y a actuar. Nos vemos en cinco minutos; media hora como mucho.(Suena desesperado) 
Tapo la botella de whisky y recojo el plato y el envase de la cerveza. 

De vuelta. Creo que por la hernia de hiato vuelvo a tragar dos o tres veces lo que como. Quizás sea por eso que no consigo bajar de peso. 
Es que últimamente estoy más preocupado por mi aspecto. Hoy le pregunté a mi hija que le parecía mi pelo más largo. Y en su opinión debería de raparlo. Y todo a pesar de decirle que mis rizos eran naturales. Pero me contestó que si, pero escasos. 
Así que he decidido dejármelo largo. ¡Qué queréis! estoy en una edad rebelde en eclosión. 

En la calle no hace frío. Ni calor. Hay gente con sus perros en el parque, y sus hijos. Mejor me voy al paseo para verme más solo. 
Con las botas desabrochadas, se me soltó un cordón, y paro a prenderlo y no pisarlo; es el de la derecha. Suena una pelota botando contra la acera, detrás de mí. 
Qué pena. Cuanta agudeza da la soledad, que te hace escuchar hasta lo que no importa. También el chasquido de huesos de mis pasos, esos que no comparto con nadie. 
Risas y conversación animada en un balcón vecino a la calle. Un pequeño grupo de personas en el jardín de perros, algún auto que circula por la calle, agua que cae de una manguera de riego. Un paseo al mar vacío; el paseo, claro. Decidieron bajar la intensidad de la luz, supongo que, como ya no viene nadie. 
Poca gente, en parejas y enmascarados, paseando despacio en la penumbra. Los bares y chiringuitos cerrados. La verdad no sé lo que hago andando por aquí. 

Recuerdo que un día de hace tres o cuatro años, sentado en la playa, mirando al este, al horizonte, se me acercó un hombre desde la oscuridad y me increpó ¡qué miras! Por allí nada va a venir. Un loco ayudando a otro loco. ¡Qué poca cordura! 

Y, en el final de mi memoria, la botella encima de la mesa, el vaso vacío. Ya empieza a hacer frío. No tengo mejor plan este finde de San Valentín, sin rosas ni miradas, sin cenas ni abrazos, ni besos, ni promesas. Solo volver a la mesa de la botella y el vaso. 
Y de paso echar de menos y suspirar para no morir ahogado. 

Ya de vuelta en casa, en un arranque de orden y desconcierto, recojo todo de por medio, la botella, el vaso, cierro el balcón, apago las luces. No me olvido de las pastillas. Y en la cama me acuerdo que no puse la lavadora con la ropa de color. Nos quedamos sin yogourt en la nevera ...

Pero eso será en otro momento, ya queda poco para San Valentin, y he de enviar un beso a toda la gente que quiero. 

Un beso. 

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