A la vuelta de la esquina, en una calle vacía, estrecha, cerca de aquí, en un rincón de la fachada principal de la casa, blanca y azul, la encontré sentada en el suelo.
La cara alegre, invitando a acercarse, la mirada fija en mi. No tuve otra oportunidad mejor que esta.
Y sin embargo seguí a paso lento sosegado mi trayecto previsto.
Estaba lleno de curiosidad ante el descaro y la felicidad de esa mirada.
Y cuando me volví a rescatarla, ya no estaba. Así es de fugaz.
La felicidad.
La vida.