Ríete conmigo


Poco a poco me doy cuenta de mi alcance, que ha menguado.
Hubo un tiempo en que pretendía poder prestar atención a varias cuestiones o tareas al tiempo.
Puntualmente lo conseguí, al menos dos o tres máximo al tiempo, pero con un desgaste mental y físico enorme.
Nada en mi apogeo me impedía al menos probarlo.
Me lo argumentaba a mi mismo como un mérito, como una supercapacidad y un talento especial. Lo empleaba bien en mi trabajo, manteniéndome alerta y concentrado. 
Pero ahora creo que, aún habiéndolo conseguido puntualmente, era un tremendo error. No merecía la pena.
Ahora, cuando se me olvida el café en el micro, guardo el azucarero en el congelador o la tostadora provoca un incendio en la cocina, me doy cuenta de que perdí mi súpertalento, y que, además, no servía para nada que me ayudara a no equivocarme mientras mantenía la tensión, acabando agotado.
Sigo abordando dos o tres cosas al tiempo.
Es un proceso instintivo, ya ni lo pienso. Y lo intento sin darme cuenta, y no lo alcanzo.
Al final voy dando vueltas atrás y adelante, sin descanso. 
Las urgencias no me han abandonado y persiste su presión. Y me inquieta. Pero las prisas ya no son prioridad, ni la necesidad de ser productivos doble o triplemente, es relevante.
Nada es relevante. Y lo sigo intentando.
Y acabo otra vez dando vueltas, como un bobo, en el pasillo, en el garaje, o en la mitad del campo. 
Tengo que desaprender esto.
Es urgente intentarlo para borrarlo todo y empezar a aprender lo nuevo, tomarlo todo con calma y apreciarlo.
Es urgente. Y hacerlo solo, me costará. 
Tengo que intentarlo, me repito determinado, mientras recojo en el vestidor la llave inglesa de dentro del armario. 

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s