Cuesta una barbaridad despegarte de la piel de siempre, de tus costumbres antiguas, tus círculos de influencia, tus enemistades. Cuesta tanto abandonar el refugio sagrado, el aire que respiras, y la luz que te acompaña. Y dar una vuelta a todo. Estrenar nuevas escamas, aventurar caminos nuevos, sin afectos ni compromisos, recibiendo avisos de locura. Llantos de lo abandonado, y frío intenso en las mejillas, ahora que acabó el verano. Ahora que acabó el verano. Comienzo a oscuras, de noche, buscando el día. Pasos inciertos, pausados, con determinación, sin dudas, sin perder el equilibrio, recorrer el sendero estrecho, en pos de la nueva singladura. Cuando el primer aviso del sol amaneciendo toque tu frente, consciente, llevas recorrido casi la mitad. Más cerca del destino. Luz y colores que acompañan ahora las pisadas. Incierto de todo, inventas historias imaginadas a cada paso, más cerca, a más cerca, más imaginas la llegada. No compares con nada las primeras calles empedradas. El primer paso en la plaza, bajo el arco, las campanas. Y el silbido de la gaita. Y un beso entre almohadas, el amor en cajita pequeña, la sonrisa puesta interminable en la cara.
Camina camino. Camina
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