De cuando empiezas a delegar, en general, no a nadie en particular, en la gente, todo lo que concierne a la política y sociedad, las reuniones de escalera, la peña y la hermandad.
Solo te reservas el círculo más cercano: que comer, cuando dormir, que hacer, y si va a llover o hace sol, por preguntar.
Si te duele todo a pesar de que el esfuerzo más grande que has hecho ha sido levantarte de la cama.
Entonces debes pensar seriamente que quizás el futuro te importa una mi… Y que tú vida ha “doblado la curva”, y con suerte no hayas entrado en una rotonda de la que no sepas ya salir.
Has reducido drásticamente el número de amigos, incluso de Facebook. Y de las llamadas de teléfono, que se han convertido en molestas, solo te quedan las imprescindibles. La familia.
Te acostumbraste a estar en casa sin hablar. Y tus pensamientos suelen ser o profundos, o ningunos.
Recuperas colecciones antiguas, retomas lecturas aparcadas hace tiempo, ordenas todas las fotos del cajón, … son otros síntomas de “lo tuyo”.
Recuerdas deportes, la moda, ecos de sociedad o espectáculos como algo histórico, lejano.
Sueñas con volar, hablar debajo del agua, o viajar a Roma.
Has perdido el apetito, mientras sin parar te atiborras a todas horas de snacks y chuches.
Violentamente enfadado, a veces sensible, indolente, trasnochado, blanquecino, entumecido, ….aburrido.
Confirmado: llevas más de treinta días confinado, y aún no te han dicho hasta cuando.
¡Cabrones!
Si no fuera porque somos héroes anónimos…