Como el fuego que se apaga
de un atardecer en el horizonte,
ceniza y rojo, deshaciéndose,
al filo de la línea de tierra, a poniente.
El frío va envolviendo tu cara
y tu cuerpo, echando de menos la bufanda
del abrazo que me regalaste,
en el cuello y en el alma.
Sin más día que ver,
con la noche por delante,
que promete fantasía.
Y promete soñar.
¿Que te voy a decir?
Así no me gusta estar.
Quiero sentir una mano amiga,
una mirada limpia.
Una música suave
en mi cabeza,
y la delicadeza
de tu amor.
Y como el músico
abraza su guitarra,
y suena en su memoria
la balada del final.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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