Confundí la soledad con el vacío.
Creí estar solo, sin nadie. Y, rodeado de tanta gente con la que, poco a poco, no me relacionaba, pensé que era abandonado a mi suerte.
Pero estaba equivocado. Era yo quien me apartaba.
Día a día, la vida transcurre en un dar y recibir constante. Así es con la familia y los amigos, en especial. Y también con el resto de la gente.
Si dejas de dar, te aíslas, te vas quedando solo y vas dejando de recibir. Te vas excluyendo.
Lo que yo he sentido y siento, no es sino el vacío inmenso que me dejas.
Y que está siendo muy difícil de llenar.
Es Tan enorme que no se abarca con nada. Y nada contiene.
Es devastador.
Solo silencio y una tristeza infinita.
Es transparente, sin color.
Es gélido y doloroso. Insoportable.
Busco una ventana que me saque de este laberinto sin salida, asfixiante y sobrecogedor.
No se encuentra La Paz en el vacío.
En la soledad, si. Pero no sé vivir solo.
Solo darle tiempo a este infierno. Y que calcine las astillas y el árbol.
Imparable, para que siga la vida. Que se abra el horizonte despejado.
P.D. Escribía esto ilusionado, sin darme cuenta que el horizonte es el final.
El horizonte se despejará cuando menos lo esperes pero sin dejar de buscar la luz. Por la ventana siempre entrará, ya estar en el camino es un logro!!!! Precioso escrito.
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