Hoy empezó el Mundial de fútbol en Qatar.
Es absurdo, pero hay juegos que hacen cambiar el mundo. La vida se para o se acelera al compás del campeonato. Naciones enteras y medio mundo se colocan frente a las pantallas para no perder detalle. A estos eventos se suman inmensidad de gente que no sigue habitualmente este deporte. Incluso algunos que ni siquiera les gusta. Pero claro, juega LA SELECCION.
Y pasa en Croacia, o en Italia, no te digo nada de Brasil o Argentina, o Senegal… Es un comportamiento digamos de la especie. No hay ningún otro acontecimiento que conlleve este tipo de seguimiento.
Ni la guerra. Que, por cierto, parará sus hostilidades para ver según que «cruce» de selecciones. Y luego seguirán machacándose mutuamente a bombazos, dejando muertos de frío y de hambre a millones de personas. Y de odio a varias generaciones.
¡Que pena! Podíamos haber conseguido que con un juego tan simple se resolvieran conflictos sin apenas víctimas. Pero ese milagro aún no lo alcanzó el deporte.
No estamos preparados. Y creo que las «reglas deportivas» con sus árbitros y el VAR, no resistirían el envite de presiones tan brutales, criminales e interesadas de este despropósito inhumano.
Todo por un juego.
Perdone que les escriba.
