Sueño que, si fueras a venir, tendría que correr al encuentro de tus brazos.
Tendría que contener mis fuerzas, mis ganas de apretarte, de aferrarme a ti.
Y sin embargo sueño con un abrazo largo y sutil, estrechando tu corazón y el mío.
Y despierto entre lágrimas, porque ese abrazo tan sentido ya terminó. No fue un sueño, ocurrió.
Fue el último abrazo al decirnos adiós