Tú recuerdo me sabe
a la espera de escalera,
a la esquina de tu cadera,
al sol de primavera que viene.
Quien me diera este veneno
que no olvida, y perdona
que no te llame, hace días
que extraño ese peldaño. (Vacío)
Mirando la luz de la escalera,
el ascensor lleno de besos
(Del octavo al 12, y luego al tercero)
y un café en la playa un martes de febrero.
Todo entregado a la primera
postura, sin pensar en otro juego.
Con el fuego quemando
las dudas y la niebla.
Dame tu mano, amor
Dame tu boca.
Siente mi pecho, amor
estallar tan loca.
Nunca vuelvas a intentarlo
El ascensor (de golpe) ya se paró
Se apagó la luz del hall,
se terminó el cuento de amor.
Las miradas cruzadas
de salón, y de lejos,
de espejos colgados
torcidos, sofás de estreno.
Todo entregado al primer instante
sin tener dudas, palabras mudas.
En un verdadero o falso
se fue la pasión abajo, lejos.
Y ahora en el miedo,
no valgo para estar como antes.
La distancia no hace mellas.
Dedicado solo ha olvidarte.
Toma mi mano, amor
Dame tu risa.
Siente en mi pecho calor
Al decirme adiós, una caricia.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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