La tristeza,
esa dulce indolencia,
compañera a ciegas,
naturaleza sensible
de la imaginación.
Dibuja colores
y transparencias sutiles
donde sangran heridas profundas,
diluyendo el dolor en el tiempo,
para no gritar.
Tamiza la luz cegadora,
que ya solo se ve azul,
seda y descanso.
Y en los ojos,
la caída suave de las pestañas,
velo de tull sedoso y bordado,
que mueve
mi vítreo desordenado.
Imagino historias antiguas,
y viajes planeados al detalle.
Amaneceres fríos
buscándote al abrazo del día,
amor.
Ese abrazo que se pierde
poco a poco
entre las puntas de mis dedos
acariciando tu espalda,
soñando que estás aquí.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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