Con suaves destellos
en la bóveda oscura
del cielo, de noche,
anuncia una tormenta
en la lejanía,
en lo profundo del mar
cotidiano,
normalmente tranquilo,
iluminando a espasmos,
a través de la ventana
abierta, la habitación.
El olor a tierra mojada
y el sonido pausado del goteo
de la lluvia acuciante,
acelerándose,
me obliga a cerrar,
amortiguándose de golpe
todas las señales,
excepto el parpadeo de luz
y el estallido atrasado
de truenos acercándose.
Me desvela la curiosidad,
no el miedo.
No quiero perderme,
desde mi refugio seguro,
este alarde de fuerza
y abundancia de la naturaleza.
Los espíritus despiertan
al son del tambor gigantesco.
Caminan en la noche,
cada vez más cerca,
meciéndose al compás
en la danza del fuego.
Sueño un abrazo
y suave caricia,
tú mano en la mía.
Imagino feliz
este encuentro
entre mis brazos, amor.
Lágrimas desprendidas
recorren cara abajo
la emoción de estar juntos,
corazón con corazón.
Inseparables. Haciéndonos
más grandes mutuamente.
Besos lentos
rozan las mejillas,
buscando tu boca,
sin prisas,
respirando hondo,
guardando cada detalle,
con él corazón henchido.
Es un sueño de amor.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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Gracias amigo
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