Con resignación recibo la tortura diaria del silencio, que me aparta de lo que amo y me dispone al filo del abismo de la soledad completa, a la espera de iniciar el salto definitivo, donde nada es ya sonido, y la mirada se pierde en la espesa y blanca niebla, que, de pronto, funde a negro infinito, y desvanece el futuro incierto, que se convierte en nada, sin expectativas ni recuerdos. Es el fin. Nada. Después de tanto, insignificante, el rastro se pierde en el bosque del tiempo. Allí nos encontraremos.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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