Ayer, cuando bajaba de la casa del campo, en mitad del azud de Aljaima, que ahora está mas lleno de lo habitual en estas fechas, te vi. Tomaste la forma de esfera de luz. Con texturas de flor del cardo, brillante. Tenias un buen tamaño. Imposible no verte mientras enlazaba las curvas de la carreterita que me llevaba de vuelta.
Estos días de mitad de verano noto tu presencia con mas fuerza. Esa sombra que pasa rápida a mi lado. Ese leve chasquido detrás de mi. No me asusta, es que me inquieta sentirte tan cerca y no poder mirarte de frente, con calma, a conciencia. Tengo tantas cosas que contarte, tanto que decirte. Quizás una mirada larga, sostenida, sería suficiente. Y es que veo tantas cosas, el mundo en la mirada, que quiero contar, compartir. Hay tantos mundos como miradas. Tantas miradas como personas diferentes. Solo pararse un minuto y mirar.
Y viniste. Nos sentamos ya de noche, buscando el fresco imposible este verano. Y hablamos relajados, despacio. Me diste tu paciencia, tu confianza, tu mano generosa y dulce. Con la brisa fresquita ya de la noche vino el abrazo sanador. Me desnudaste el alma un poco más.
Me gusta tanto tener ese minuto contigo, y compartir, amor