Me refiero al imbécil de vocación, no al tonto de nacimiento.
El otro, el de vocación, aunque tiene posibilidades de formarse, tener criterio y dejar de ser tonto, le conviene más seguir siéndolo. O haciéndoselo.
Ese es insoportable. Si además sigue una causa con fe ciega, se convierte en un esbirro. Y hace daño.
Esos se creen superiores, y te llaman tonto o imbécil porque eres generoso o desprendido, porque no te importa ceder ante los demás.
Pero a mi no me importa ser tonto por dar. Lo soy a toda honra. Y en eso soy muy imbécil, quizás.
¿Alguien más se apunta?