Que difícil esta etapa, en la que te desprendes de casi todo y también toca finalizar proyectos que duraron toda la vida. Es el momento de desalojar las habitaciones donde pase la mayoría del tiempo, donde me encontré a solas muchísimas veces, donde madure los planes más trascendentes y emprendí los viajes vitales más lejanos. Y de todo esto siempre guardé pequeños detalles, recuerdos intangibles y otros muy reales. Todos verdaderos. Han sido tantos, que ahora que desalojo, no me caben en ningún sitio. Y me cuesta. Me cuesta mucho, aferrado a mis recuerdos que son mi vida. Ya queda poco. Desmontados los muebles, y encerrados en cajas, me entretengo solo en hacer regalos de algunas cosas que me encantan. Y nada importa que esto de desprenderse, de alguna manera a mi me des_alma.
Estoy permanentemente en babia, donde habito.
¿La razón por la que escribo?
“… yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero mañana muero, y hoy querría aliviar mi alma.”
Edgar Allan Poe
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