Un día grande que recuerdo bien de mi infancia más lejana, que fue la más tierna, os lo aseguro, fue la visita que nos hizo al pueblo (de Guadajira) mi tío Joaquin.
No quiero plagiar a nadie, aunque sea torero, pero es que fue im_ponente. ¡No habíamos visto nada tan Grande en la vida! Era más grande que mi tío Joaquin, que ya era grande. A la altura de mis ojos de niño de siete años, era brutal, ya te digo.
La cabina roja, preciosa, de una altura descomunal, con dos peldaños para subir. Tres o cuatro ejes, y un cajón de carga tan Grande como mi patio. El volante era una plaza de toros, imposible de hacerlo girar. Mi pobre tío consintió en dejarnos el camión abierto y estuve todo el día subiendo y bajando de la cabina, cerrando y abriendo la puerta, bajando y subiendo el cristal de la ventanilla, y recorriendo el mundo en ese camión. ¡Pedazo de juguete!
!Karpetan, el camión
Pedazo de cariño de mi tío Joaquin