Universo

Tu abrazo es un universo, lleno de estrellas, de ilusión, de viajes, de futuro.
Llegué a él atravesando llanuras inmensas vacías. La soledad me acompañaba siempre, pero se hacía invisible, transparente y fría.
Después, entre tus brazos, sentí el calor del amor, enrojecidas las mejillas y arder los labios.
Se abrió la puerta de la vida. Dejé atrás los malos augurios, y los planes para desistir.
Tendré que soltar lastre para elevar este canasto en una nueva singladura con la sonrisa puesta de bandera. Los vientos suaves del sur nos llevarán por caminos nuevos desconocidos.
El corazón, he vuelto a sentirlo. Me duelen los brazos y las piernas al volver a la actividad.
El brillo de tus ojos provoca en los míos una lágrima de alegría y felicidad.
Mi universo eres tú MyQ.

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Sin gafas

Visto sin gafas. 
De lejos,
a kilómetros de distancia,
de cerca,
a ciegas.

Intuyo.
Construyó tu perfil.
Interpretó tus colores.
Dibujo, para mí, tus olores.
Imagino tu risa.
Me doy prisa,
que se me olvida.

Pero todo coincide.
El corazón me dice
cómo eres al detalle.
Me miras de frente.
Paseamos por las calles,
te ríes, me dejas abrazarte.
Me llenas de matices.

De colores,
y de flores amarillas.
Te siento cercana.
Me ofreces una manzana
verde,
a la tarde.
Y tu risa me acaricia.

De un árbol y una mariposa azul

Erase una vez un árbol. Era enorme, centenario, con una copa tremenda y frondosa en la mejor época del año.
Lucia un aspecto imponente, con grandes ramas, aunque en algunas de ellas se descubrían heridas antiguas propias de pasadas historias, quizás de juventud.
Y erase una vez una mariposa. Pequeña, hermosa, de alas grandes con un colorido exuberante azul. Adopta el árbol como hogar, en principio de paso, pero se quedó prendada de la tremenda estampa de su nuevo amigo, de su historia y su sabiduría.
Ocupaba tan solo un huequecito a mitad de la rama más alta de la izquierda. Desde ella podía ver con claridad una buena parte de la dehesa, en la primavera plagada de flores amarillas y blancas, y de rojas amapolas a ras de suelo.
Era precioso el horizonte visto desde allí.
Ella no paraba de un lado a otro. Tenía infinidad de compromisos donde siempre lo pasaba genial con otras mariposas y toda clase de bichos. Tenía siempre mucho ánimo y una sonrisa increíble, un cuerpo de atleta y unas alas, que al desplegarlas aparecía deslumbrante y explendida.
El árbol enorme empezó a echar de menos a su querida mariposa cuando está volaba lejos entre otros árboles para acudir junto a sus amigos y tardaba en volver.
El árbol enorme tenía mucha paciencia, debido a su edad y su tamaño.
La mariposa tenía mucha energía y vitalidad, siempre volando de aquí para allá.
Un día de otoño se quedaron uno junto al otro, mirándose a los ojos. … Y ocurrió. La sujetó con mucha dulzura entre sus ramas, la atrajo despacio hacia si, y se besaron con pasión.
Y sintieron como si se rompiera el mundo que los separaba, se deshizo el hechizo, y desde entonces eran iguales. Dos pájaros cruzando caminos en sitios peligrosos, volando a toda prisa, para volver atrás después.
Ella le dijo de pronto: espero no haberla cagado. Tiene gracia decirle eso a quien ha sido un árbol.
Pero cada día pasaban más tiempo juntos. Iban y venían sin destino predeterminado. Sólo pasando tiempo juntos. Rompiendo la distancia helada que les separaba.
Cada vez más cerca. Cada vez más cómodos. Cada vez con más miedo a separarse, por si no volvían a verse, por si la distancia se hacía insalvable. Si el hechizo les pusiera de nuevo en su estado anterior.
De vez en cuando se volvían a preguntar si la habian cagado.
La verdad es que, cada vez se lo preguntaba menos, y se necesitaban más.
Desde hace un tiempo empezaron a hacer planes. Planes locos, imposibles, inalcanzables. El repetía continuamente que siempre hacia planes. No podía salir sin los planes bien hechos. Pero también concluía, cada vez, que nunca se cumplían.
Prometieron no ir deprisa. Poner pausa a esta pasión de mirarse frente a frente a los ojos, mientras se les escapaba una sonrisa de la boca.
Pero no cumplieron tampoco ese plan.
Se decían «te estimo», pero el brillo de los ojos traicionaba su compromiso.
Tambien decidieron darse un tiempo para conocerse. Un año. Es mucho, pero es que él seguía pensando como un árbol centenario. Y ella sentía el miedo de una hermosa mariposa azul.
Y cada día que pasaba estaban más cerca de un sueño.
Entonces, sin querer, se acostumbraron a escuchar sus corazones y decír te quiero.
Pasaban temporadas separados, y se echaban de menos.
Se buscaban, queriendo estar más juntos.
Compartiendo sus historias y sus cosas de cada día. Volando acompasados en una danza común.

P.D. –
No se cómo terminar este cuento.
Sólo se me ocurre que fueron felices, sin parar de aprender el uno del otro. Ojalá sea por siempre, porque fue un «milagro» que se cruzarán y se quisieran un árbol enorme y una mariposa hermosa azul.


De la película Post Data: Te Quiero

“LA VIDA ES UNA COSA FANTASTICA, HORRIBLE, ENORME, INTENSA, DE LA QUE NINGUNO SALE VIVO. ”

Anne-Maarit
@himasatama

Auténtico

Con el tiempo he aprendido a valorar especialmente lo auténtico, la verdad evidente. Y a separar de lo impostado.
Cuando lo descubres es tan transparente, sin dudas, es mirar de frente, tan emocionante cuando lo encuentras que te transporta a otro espacio sideral.
Rodeado de agua clara, de estrellas brillantes, de lluvia tibia, de luz del sol en la playa más bella.
Estar cerca, muy cerca de ti es tan auténtico que me transforma, me cambió la forma de afrontar la vida. No fue esperanza sino razones, el pulso que perdí en el camino, y que ahora son motivo para recorrerlo junto a ti, amor.
Mi vida es tuya, te la regalo. Eres frío cuando no estas. Mi calor, mi sentido. Contigo recuperé lo auténtico, y me mantiene unido a ti.