Con un gorila

Un día me crucé con un gorila 
Era joven, juguetón, amable. 
Sonreía. 
Estaba solo. 
Necesitaba compañía 
y la seguridad de un techo 
en las noches que venían. 

Me convencieron. 
Será por unos días. 
Y lo llevé conmigo. 

El gorila comía y comía. 
Aún hacía gracias 
y se comportaba. 
Su fuerza le podía. 
 Alardeaba, 
las dudas empezaban. 
La noche se cernía.  
Y no paraba. 

El gorila demostró su fuerza, 
su fiereza, 
su mirada altiva; 
sentí miedo. 
Hasta que golpeó 
fuerte y contundente. 
Destrozó el hogar aquel día.  

Perdí la paz, el sueño. 
Todo lo que tenía. 
La fiera arrasó con todo. 
Sentí pánico por mi vida 
mientras me asaltaba de noche. 
Yo corría lejos 
todo lo que podía.

Pedí auxilio. 

Mientras, escuchaba en mi cabeza 
su voz amenazante 
en contra de los que más quería. 

En lo profundo del gorila, 
mi amigo desapareció,
 y acabó con todo, 
lo pocos sueños que construí. 

Superar el miedo 
me enseñó. 
Su mirada altiva, su fuerza, 
me hará más fuerte. 

Nunca ayudes 
a quien te quita la vida. 

(De cuando te enfrentas a algo incurable)

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