Y solo con la habilidad de quien no quiere, asestó un golpe seco en mi cabeza, la abrió en dos dejando salir ese olor frío, cuando ya llevas tiempo en el infierno de luz y llanto. Y es que me espanto de pensar que definitivamente, sin remedio, te perdí.
Siempre te querré solo para mi. Anulé la reserva que tenía empeñada. Ya no recibía la señal de tu canal en la espalda. Un espacio infinito se abrió a mi lado, y el corazón al aire, colado por tus huesos. Aquí te envío el último beso, aliento de amor. Te perdí.