Con un último abrazo sentido, la hormiga inicia el camino hacia donde están sus compañeras, abandonando el promontorio desde el que el Lagartijo la sigue con la mirada, desencajado. Justo antes de encontrarse con todas las demás, la hormiga se para, se da la vuelta y le dedica una mirada firme, a los ojos con lágrimas, intensa. Y reanuda la marcha hasta mezclarse con las otras, a la entrada del hormiguero. El Lagartijo cierra despacio sus ojos, mientras piensa: Existen otros universos que debo explorar. Pero en ellos no estás tú