No eres cobarde. No huyas Lagartijo. No escondas lo que sientes. Te has sorprendido con la intensidad, casi la fiereza de la Hormiga, y has retrocedido un paso. Que sepas que ella lo ha sentido. Ahora está confundida, peleando en todas direcciones como un animal herido. Conseguiste darle la tranquilidad que necesitaba. Pero solo un instante. Y después ha vuelto a su frenesí. A su actividad hiper veloz, sin frenos. Y te ha pillado a contra pie. Y a paso cambiado no coordinas igual. Estás decolocado. Inquieto con todos los mensajes de «te lo dije» y demás. A pesar de lo que has luchado contra eso, y ahora superado por esos mismos argumentos. Eres de sangre fría, de movimientos pausados, de tardes al sol, quieto, pensando. Su mundo es otro. Frenético, inquieto, incansable. Cómo conciliar esos dos estados y no perturbarse. Como encontrarse sin que ninguno cambie en esencia su forma de ser, no va ser fácil. Respetar la intensidad de la Hormiga, sin alterar la quietud de Lagartijo parece imposible de compaginar estando constantemente juntos. Pero podría ocurrir si, llevando cada uno su tarea a su ritmo y por su cuenta, encuentran su momento de oro para amar. Difícil?, hay que intentarlo.