El Conformista

Me gustaría ser 
el Conformista.
Echar la vista atrás
y darte razones
para ser realista.

Valorar
lo que alcanzas sin esfuerzo
Dejarme sin argumentos
y desarmado
ante tu amor.

Flor intensa
de perfume y colorido
singulares
Visitar todos los lugares
que me enseñen lo que piensas.

Rendir mi pudor
dejarme vencer
sin condiciones
Y entregarme a las razones, complaciente,
que me llenan de pasión.

San Juan

Cuando te empeñas en hacerte daño, 
me haces daño.

Cuando tu pasado desconfiado
te devuelve lo sufrido al presente,
me haces desconfiado.

Cuando el negro tiñe la noche,
las estrellas se esconden,
los fantasmas se despiertan,
y el silencio no responde. 

Feliz San Juan
encendido en hogueras
que no quemaron las escaleras
por donde volvió tu pasado.

El Alma se rompe
como las olas blancas
contra la playa
disueltas en espuma.

Velo

Estoy entrando en el verano. 
Un velo oscuro me tapa el rostro.
No veo el sol quemando.
Sólo huelo el perfume del miedo.
No tengo razones para pasarlo.
Tengo el corazón dolorido.
Y no se hasta cuándo
vendrá la calma a mi sitio,
vendrá la brisa, se irá el llanto,
vendrá tu amor a desvelarlo.

CÁDIZ

Embrujo de calles estrechas, al fresco de la brisa en sombra. Al abrigo del viento de levante.

Decadencia que avanza a pesar de la lucha de los gaditanos, que apenas creen en ellos mismos, cansados del peso del paso del tiempo.

Y dejan de mirar la hermosura de sus trazos, entramados en la historia, buscando una salida viable para hoy y su futuro.

Los turistas, visitantes circunstanciales, admirados,  recorren estos pavimentos adoquinados. Pero no pueden ser el único recurso para garantizar el futuro.

El «arte», sin morir de frío sino de pasión, la artesanía, la gastronomía y los servicios que ayuden a sostener está bellísima ciudad, serían el músculo que permitan salvar a Cádiz de si misma y de su destino decadente.

Y su gente, «carajotes», divertidos, inteligentes, apasionados, ingeniosos y orgullosos, ¡que arte! serán la sangre que repartirá la VIDA en cada plazuela, en todas las esquinas de este precioso laberinto, sin dejar caer ni una sola pared de ninguna casa, ni una sola hoja del calendario, ni una ocasión para reír con guasa.

Que un disfraz gigantesco te libere la poesía y la guitarra.

P D. No te olvides de La Habana.

Perdone que les escriba.

Demasiado

Demasiado tiempo en guardia, 
en alerta extendida.
Demasiado a la defensiva,
que cuando tocó ser feliz
no puedes.

Demasiado mayo,
demasiadas flores,
que ni siquiera los colores
radiantes, fuiste capaz de ver.

Y ahora, al amanecer,
llegaron lágrimas de pena,
admites tu última condena,
que rompe tu felicidad, otra vez.

Demasiado Cádiz,
bullicioso, callejero.
Demasiada gente sin alma,
para recuperar una calma
que te niega tu memoria.

Y, a pesar de las ganas,
de los esfuerzos y los miedos,
tu destino te hizo un quiebro,
y tienes que volver
a borrar y empezar.

Que la vida es un tango
que aquí cantan por bulerías.
¡Menuda suerte la mía!
Entre la Viña y el Mentidero,
Llorando me voy de aquí.

Esto es esta locura
que sólo la cura
el amor por tí.

Puente primavera

Querámonos. 
Para que no se nos caiga el puente romano.
Ni se nos cierre la Puerta de Palma.
Que no se nos acaben las ganas
de darnos un abrazo eterno
de hermanos.

Que el cielo inmenso se abra a la luna.
Que el azul intenso se llene de nubes.
Y el olor a primavera nos llegue verde y rojo.
La esperanza nos colme de dulzura.

Que la mañana empiece con niebla espesa,
Y a las 11, caliente, de abril, el sol.
Se refleje a lo lejos el brillo en tus dientes.

Por el hueco de la escalera,
anunciemos la llegada feliz,
gritando hacia arriba ¡Abrid!

Sonrisa del alma en esta canción.
Sonrisa del alma en este balcón.
Foto de Vicente Rodríguez

Saurópsidos

Amores apasionados. 
Sentidos aprisionados.
Vértigo de aventura
a media altura.
Calurosos estremecimientos.
Sentimientos profundos.
Miedo a perderse.
Desorientado en mitad del trayecto.
La vida marcada,
construyendo sin proyecto. 
Puente armado con un sólo estribo
... sin final.
Serpientes que abrazan
constrictoras.
Baile de cabeza triangular.
Esperando a cobrar su presa.
Veneno invisible,
que paraliza.
Y le llaman AMOR.

LABERINTO

No encuentro la salida 
a este laberinto de hoy
recién abierto.

No sé, si a donde voy,
es ese lugar perfecto.

Lo que generoso doy,
es seguro que no es tu deseo.

Y, cansado, me vuelvo sólo
al mismo sitio del que vengo.

Mirando fijo a un punto negro
seré capaz de atravesar el cerco,
saltar la tapia que me rodea,
y ver de nuevo el cielo abierto.

Mirando fijo a un punto espero,
ver de nuevo el cielo abierto.

No entiendo porque construimos laberintos tan difíciles de resolver.
Donde antes había horizonte,
ahora solo se ve la pared.

... Y detrás, otra pared.

Mirando fijo a un punto muerto.
Laberinto

SIMPLE

En un mundo nuevo, simple.

Donde lo sencillo es lo corriente.
Pero, lo mayúsculo y simplemente sencillo. Ha eso me refiero.

Es el anhelo de estos últimos tiempos.

Después de transitar en lo sofisticado, lo único y exclusivo, prácticamente inalcanzable, deseo encontrar esa perfección de lo más primario, que esté al alcance de todos, y que sea inagotable.

Como el agua que por tangos cantaba El Camarón.

Como el agua de manantial, atemperada, saciante.


Perfecta.
Simple.

Como el agua.
Como el agua.

TORMENTA

En mitad de la absoluta oscuridad, una tormenta solar desata el caos. 

Llamaradas de luz cegadora y ondas de choque de viento solar impactaban sobre nuestro escudo magnético, eyectando masa y presión sobre la atmósfera, ahora menos respirable, desordenando equilibrios naturales, y accionando resortes de defensa en las personas del entorno.

Todo hace evidenciar el frágil ecosistema de la tierra, que no depende en gran manera de lo que insignificantes individuos podamos hacer o destruir en este entorno.

O si.
Habrá que ponerse determinados a reparar y reconstruir lo dañado. Y al menos adaptarnos a las nuevas reglas del universo, ahora que la luz que antes otorgaba vida, se presenta con tal intensidad que fulmina todas las esperanzas.

Y atender y escuchar a los más sensibles, que siempre dan las claves necesarias de supervivencia.

Encerrados en los refugios excavados bajo tierra, aparentemente a salvo de las radiaciones, los pensamientos se suceden al contemplar a personas, la mayoría alteradas, con ansiedad, miedo, depresión, paralizadas ante la dimensión descontrolada de este fenómeno.

Buscando con premura un líder con discurso consistente e inmediato a quien seguir sin dudar, aunque el destino sea saltar por el desfiladero.

Apartados, un grupo de niños juegan desenfadados, desentendiéndose de la gravedad del momento, otorgada así por los mayores. Una rinorrea crónica espesa no les distrae de su curiosidad por las nuevas reglas impuestas al juego, ahora en la penumbra de la cueva, que les empuja hacia una sala recóndita, en la profundidad de esta caverna.

Allí se alegran de encontrar el lago de aguas cristalinas que representa el seguro de supervivencia de su grupo. Y que para ellos es el lugar perfecto donde salpicar y jugar a saltar en el charco.