Llueve

Hoy, martes llovió. 
Y aquí en mi jardín de olas
no cayó ni una gota.
El viento se las llevó
a un lugar lejano,
donde hacía más falta
que cayeran y gordas.

La luz del amanecer
es roja.
Rompe el horizonte
y se mezcla añil
con el cielo, mientras lloras.

Nada tengo que decir
ni que hacer a estas horas.
Llevo días entregado a nada.
Y a nadie le importa.
Sólo esperando que llueva
y moje mi cara de idiota.
Esa que se me quedó
esperando al lado de la roca,
donde deje de ser, un día,
la persona poderosa,
la que pensaba por todas.

... O eso creía yo, iluso.
Y en ese momento difuso,
apenas amanecía,
te escapaste entre mis dedos,
hundidos en el agua fría.
Y contigo, nadando al infinito,
se deshizo el hechizo,
y quedé solo frente al mar,
como hoy,
inmóvil,
vacío,
sin sentido.
Es la hora.

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