Puede que lo superemos.
Puede que esta situación global, de cuarentena por la pandemia se termine y seamos capaces de superar el aislamiento que ahora nos atenaza.
Seguro que si.
Cada día me pregunto ¿cómo? ¿Como vamos a vivir después de esto? ¿Y cuanto? aunque esto no sea importante para mi.
¿Cuantos podrán superar esta retahíla de medias verdades y mentiras groseras?
Donde los pocos que tienen capacidad de manipular la información, y con ella la opinión pública, actúen sobre los valores y creencias de la mayoría, a su favor, tutelando las reacciones. Asumiendo una responsabilidad que nadie les ha otorgado, quiero suponer, para garantizar el bien público.
Tratando a la gente como ignorantes, e insignificantes, provocando esa ignorancia.
Y de paso decidiendo los grados de acción sobre personas. Decidiendo cuáles y cuantos son prescindibles para salvaguardar la mayoría.
Pesa más la estética que la ética. Ahora se trata solo de comunicar. Propaganda.
Dejando en segundo plano la verdad y la igualdad de trato que garantizaba el sistema de convivencia que nos dimos.
Así se recorre un camino conocido, donde la libertad de prensa y el derecho a la información se declaran como inadecuados, alarmistas e inconvenientes para el “interés común”, que es como se define ahora el interés del que ostenta el poder.
Las garantías establecidas de la inmensa mayoría, cómo el control parlamentario, la diversidad de opinión y de políticas, entre otras, no convienen para este estado excepcional.
La movilidad personal y el control sobre las personas a través de equipos informáticos y de comunicación como teléfonos iPad, etc, echa abajo las libertades conseguidas, esgrimiendo la conveniencia de este estado excepcional.
Ejercer el poder a través de la fuerza, sacando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, incluido el Ejército, para preservar el orden y el cumplimiento de las medidas excepcionales adoptadas, es otra referencia común de este camino conocido que recorremos.
El constante y machacon mensaje desde los medios de comunicación y las RRSS ejerciendo presión sobre la discrepancia, procurando un mensaje único. La censura, sobrevolando, se establece para “garantizar” la información que sirva al esgrimido “interés común”
Todo en un proceso de involución peligroso, sin fecha conocida de caducidad.
Espero que no se tenga la tentación de perpetuarse, ni el estado de excepción, ni las medidas que lo acompañan.
Puede que solo sean cosas mías.
Me inquieta pensar que nunca más la vida volverá a ser como la dejamos antes de encerrarnos.
La pandemia ha intervenido y menoscabado mucho más que la salud, que ha sido brutalmente atacada. Afecta también al estilo de vida, a la libertad, a las personas.
“Perdona que controle donde estás, que te gusta, que consumes, que piensas. Porque te voy a facilitar lo que quieres. Y así serás más feliz. Porque estarás seguro, sano y contento. Todo se hace así por tu bien.”
Que quieren que les diga. A mi que me dejen, que ¡suena fatal!