
¿somos complices?
Es tremendamente injusto que la lucha y el esfuerzo generoso y mesurado, también excelsamente ilusionante de toda una generación, la de nuestros padres, nos sacara de la dictadura mas longeva y consecuentemente estéril de nuestra historia, precedida por una república desastrosa y una sangrante guerra civil.
Que hicieran un esfuerzo tremendo de entendimiento, cediendo los planteamientos «atalayas» que nos alejaban, y visualizando únicamente el proceso glorioso y sorprendente por el que somos admirados como nación en todo el mundo. Fueron capaces de acoger a todos, con diferentes puntos de vista, con diferentes modos de entender el camino a seguir, pero todos de acuerdo en dotarnos de un sistema de libertades respetuoso con todas las partes.
Una UTOPÍA por la que sin duda tragamos saliva y pusimos el contador a cero, engullendo y asimilando cada parte todas las afrentas, desmanes, algunas, muchas, sangrientas y salvajes, no necesariamente perdonando, pero si proponiendo un nuevo estado de cosas, para construir un futuro mejor para todos.
Pues bien, asisto con rabia y con miedo como nos hundimos en desordenes y violencia, rompiendo el juramento que nos dimos en la Constitución, y destruyendo todo el esfuerzo, la tolerancia y la grandeza que exhibieron nuestros padres, ante la impasible inacción de quienes nos representa, y que deben patrocinar la situación de orden y libertad que justamente luchamos y conseguimos. Por el contrario, algunos de nuestros representantes, se creen con el poder para patrocinar y alentar las algaradas y desordenes callejeros de unos pocos, en esta nueva DISTOPÍA (una sociedad ficticia indeseable en sí misma) secuestrando el sagrado principio conquistado y garantizado en la Constitución que nos regalaron con tremendo sacrificio nuestros padres.
Por más razones qué dicen tener, NO HAY DERECHO.