Nunca antes ser positivo fue tan negativo. Te va la vida, casi, verte incluido en esa estadística de positivos.
La pandemia cambió también los valores básicos, los de primera edad de aprender.
Estar encerrado sin salir para nada, durante días, era antes un mal síntoma. Si no tenías vida social podía significar estar preso, o incluso de una terrible enfermedad mental.
Ahora, sin embargo, es una extremada virtud.
No dar la cara y que no se te vea el pelo puede salvarte la vida de este enemigo silencioso, que inmediatamente se manifiesta con una ruidosa tos y estornudos.
Ya nada es lo mismo, y no mirar de frente cara a cara es la mejor forma de conservar la integridad.
Marcar distancia y no acudir a las noticias de familiares y amigos es de buen criterio, y se agradece. Se sigue sufriendo cuando se nos va un ser querido, aunque ahora las despedidas son siempre a distancia y en la intimidad.
A veces la vida se da la vuelta, y se coloca todo del revés. Esta vez, al parecer, de forma persistente. Así que tendremos que acostumbrarnos a verle las costuras.
Es tendencia estar al revés, con estilo clásico o a dos manos, esperando que el juego cambie y nos pille preparados al drive. ¡VAMOS! R. Nadal sic