Hay días que despierto desacompasado de la vida, con ritmo diferente, distante.
Es como bailar por delante o por detrás de la música. Sentir el tiempo con retardo.
Como conducir sin sentir la carretera, el agarre de los neumáticos en el asfalto, sin saber si te quedarás dentro en la próxima curva.
Discurre el tiempo sin sentir el día, ni el frío en las manos, el calor en la cara, …
Hay días que la distancia entre mi persona y yo mismo, es grandísima.
La cabeza disfruta de su pulso a paso cambiado, y circula en camino paralelo, alejado de la hora en punto.
Aveces se me atrasa, otras adelanta.
Son días raros, ocasiones contadas. Pero se van repitiendo de tarde en tarde.
Te quedas con esa sensación de vértigo suave, o un mareo constante, como si navegará.
… Y se pasa, sin más.
Etiqueta: Hablando como los locos
León herido
Cien veces más fuerte
Cien veces más fiero
El león herido defiende
con toda la fuerza, su vida
No cede, no está vencido.
La fuerza se la da tu herida.
El corazón guerrero
bombea toda su historia
orgullosa, su dignidad,
y le hará ganar.
Le hará luchar.
Hasta el final.
Escondido
Me escondo de las sombras
y del brillo de la gente.
Me escondo de la historia,
y la mía fue decente.
Me escondo de la palabra,
la conversación insistente.
Me escondo del fracaso
donde llevo a mi mente.
Me escondo por vergüenza.
Me escondo de mi.
Acostumbro a no ver
a nadie al salir.
Y así, sólo,
soy sencillamente infeliz.
P.D.
Me escondo,
que rima con hondo.
Me gustaría "escuende",
que rimaría con duende.
Pero estaría mal dicho,
y el duende se convertiría
en bicho.
Sueños
Los sueños, últimamente, vienen alterados por la incertidumbre.
Descolocado en el tablero de este juego, muevo las piezas torpemente, protegiendo a la que ya perdí y descuidando la que ahora descubrí.
Mi futuro vuelve incierto. Se que solo está dentro de mi, en mi cabeza. Pero temo tanto volver atrás, a la soledad, que no duermo, ni camino decidido.
Vuelven a visitarme mis monstruos.
Hoy soñé que todo lo guardaba en un pasillo emparedado, sin luz ni ventanas. Me movía de memoria, como un ciego en su casa. Me quedaba quieto, inmóvil, conteniendo la respiración cuando escuchaba, al otro lado de la pared, pasos decididos o conversaciones animadas.
El temor a perder lo poco que me quedaba, me hacía permanecer voluntariamente en este encierro, rodeado de mis libros, mis cacharros y mis recuerdos.
Aún así, sabía perfectamente que debía romper ese tabique, y salir a buscar mi vida. Una nueva, distinta de todo lo anterior. Pero el miedo y la incertidumbre atenazaban mi sueño.
… Y desperté.
Son las dos y trece de la madrugada.
Ojos abiertos en la oscuridad.
Agotado.
Confundido.

Opinión.- Año 2023
2023 porque’s
…Y sea bienvenida la pandemia del AMOR.
Sin vacunas, ni tratamientos. Que se extienda con rapidez inusitada y virulenta.
Así tengamos que ir en invierno a Ucrania todos y paremos está y todas las guerras.
Las guerras domésticas y las mundiales.
Que el único estallido sea de alegría, de emoción y belleza. Que el silencio sea un premio, y la música un regalo de paz.
Que nadie, nadie se encuentre solo, ni angustiado.
Y matarnos a besos y abrazos, morirnos de risa, llorar de emoción, brillar en la noche, andar y andar hasta ser de nuevo generosa e inmensamente felices.
Sentir respeto y admiración hacia quien cada día saca la basura, limpia los cristales, reparte, conduce, … tanto como al que estudia, enseña, dirige, descubre las vacunas, los mecanismos del progreso, o inventa el futuro.
Que erradiquemos simple y totalmente enfermedades como el hambre y la pobreza. Porque recursos sobran.
Que aplaudamos el ingenio, el tesón, la constancia y el estudio, y valoremos el talento. Que helarte no sea de frío, sino quedarte sorprendido viendo y escuchando una obra plena de emoción, cultura y sabiduría.
Que los ricos lo sean en generosidad.
Que seamos humildes, tolerantes y alegres, y sepamos perdonar, porque un dia malo lo tiene cualquiera.
Que las religiones sirvan todas para unir, predicar el amor y nos hagan mejores y felices. Y las fronteras sean todas permeables, y nadie se vea obligado a emigrar por necesidad.
Que estemos atentos con quién abusa, odia, envidia, ofende, menosprecia o excluye. Porque son los menos, y nosotros la HUMANIDAD.
Que aprendamos por fin a respetar, entender y conservar la naturaleza, con sus animales y plantas, porque es nuestra casa.
Que la satisfacción máxima sea ayudar a quien nos necesita, que está ahí, más cerca de lo que creemos. Porque la respuesta agradecida te inundará el corazón. Y no esperemos a nadie para empezar, ni dejemos a la pereza conquistarnos, que el tiempo apremia, y todos tenemos algo que hacer, cercano y sencillo, para echar a rodar esta pandemia. Que no olvidemos a NADIE, ni siquiera a los que ya no están, porque nos enseñaron.
Que la distancia más corta entre dos personas, sea la risa, me enseñaron hace poco. ¡Que seamos FELICES, por favor. Que la vida es corta y nos perdemos en la primera esquina.
AGUA
La fuerza del agua, desatada después de meses de sequía, arrastra montañas de barro rompiendo las pretenciosas barreras que les pusimos para domar su cauce, volviendo a conquistar en un instante el territorio que le ganamos con esfuerzo y tiempo.
Todo lo engulle con avidez supina bajo el torrente que baja con urgencia y una violencia imparable.
Sólo queda subir monte arriba, ponerse a salvo, y observar impasibles y con paciencia que su fuerza se calme. Que escampe y que se ordene el desorden que provocó, dejando un nuevo paisaje ahora desordenado, pero que descubrirás florecerecido en unos meses.
Lección de humildad y coraje que propone la madre tierra para enseñar equilibrio.
Opinión.- JUEGOS
Hoy empezó el Mundial de fútbol en Qatar.
Es absurdo, pero hay juegos que hacen cambiar el mundo. La vida se para o se acelera al compás del campeonato. Naciones enteras y medio mundo se colocan frente a las pantallas para no perder detalle. A estos eventos se suman inmensidad de gente que no sigue habitualmente este deporte. Incluso algunos que ni siquiera les gusta. Pero claro, juega LA SELECCION.
Y pasa en Croacia, o en Italia, no te digo nada de Brasil o Argentina, o Senegal… Es un comportamiento digamos de la especie. No hay ningún otro acontecimiento que conlleve este tipo de seguimiento.
Ni la guerra. Que, por cierto, parará sus hostilidades para ver según que «cruce» de selecciones. Y luego seguirán machacándose mutuamente a bombazos, dejando muertos de frío y de hambre a millones de personas. Y de odio a varias generaciones.
¡Que pena! Podíamos haber conseguido que con un juego tan simple se resolvieran conflictos sin apenas víctimas. Pero ese milagro aún no lo alcanzó el deporte.
No estamos preparados. Y creo que las «reglas deportivas» con sus árbitros y el VAR, no resistirían el envite de presiones tan brutales, criminales e interesadas de este despropósito inhumano.
Todo por un juego.
Perdone que les escriba.

Trémula
Con la mirada en el horizonte más lejano.
El frío condensado de mitad de noviembre.
Por Dios, apenas son las 5 y media,
aún no es tiempo de estar mirando.
Pero no quiero perderme hoy ni un solo detalle.
La oscuridad no se desvanece.
Sólo el oído agudiza la mente,
y te envía estímulos para que imagine.
Y el frío, húmedo, penetrante.
Permanezco sentado, abrazado a mis rodillas.
El tiempo pasa, despacio, muy despacio, imagino.
Pero no sé detiene.
Una hora más. Alguna lágrima atrevida se me escapa.
No estoy triste.
Vivo con la esperanza de verte amanecer, cada día.
La luz aclara lentamente el cielo espeso.
El horizonte se adivina lejano, inmenso.
Lentamente, muy lentamente.
Escucho alejadas, las pisadas de un insomne.
A lo lejos, el perfil más lejano tiembla.
La luz, difusa, trémula, tenue.
El corazón tranquilo se acelera impaciente.
Sigo sentado mirando, adivinándote.
Todo pasa lentamente, muy lentamente.
Algún eco de vida a distancia escucho,
mientras acomodo mi abrazo para no perderme nada.
Sin avisar, se aclara la noche, aparece lo cercano, acompañándome.
Altísimas palmeras que se acercan a mi espalda.
Una piedra enorme, muy cerca de la playa.
El murmullo de la vida se despereza y acrecienta.
Aquí cerca, madrugador, se paró un caminante.
Y como si todos parasen para no perdèrselo,
encendido en el horizonte un punto de sangre,
que prende anaranjado y añil el cielo lejano.
El tiempo no sé detiene, no sé detiene.
Un haz de luz se extiende por encima de las olas.
Si lo sigues hasta el principio, hasta el final,
la ves, la luz trémula hace temblar el horizonte.
Y de pronto apareces. El Sol.
Tembloroso, prudente, despacio, muy lentamente.
Alumbra el día fresco y transparente.
Te elevas sin prisa, dando vida a este día de noviembre.
Y mientras, la Luna, arrebatada, se esconde.
Amanece.






30 minutos
Ya sé, ya sé.
No dispones de 30 minutos.
La vida que llevamos es horrible. Te hace correr de un lado a otro, quedándote sin tiempo cada día.
Ya viví eso.
Pero, escucha.
Hay infinidad de cosas preciosas que ocurren en apenas 30 minutos.
Calcula, el día tiene creo 1.440 minutos, o algo mas.
...
Sólo 30 minutos.
Una vez a la semana.
Al colmo de lo absurdo, una vez al mes. Concedetelo.
Porque en tan solo 30 minutos te encuentras respirando con tu alma.
30 minutos del Alma.
Perdone que les escriba
Sin cabeza
Cómo pollo sin cabeza, dando pasos sin sentido.
Y en la mitad del camino, como siempre cabeza abajo, en el suelo, abandonado te encontré, querido zapato.
Ningún príncipe ni rey atribulado vendrá a buscarte, para así darte un destino fantástico.
Yo te recogí al paso, y te guarde en mi bolsillo, minúsculo zapato.
Sólo para inventar un pequeño cuento, una historia sin pasado.
Se que te perderé en mitad de mi universo atestado. Pero te recordaré en este pequeño post, que dejaré para siempre aquí colgado.
P.D. Dedicado a esa inmensidad de insignificancias a las que no damos valor